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martes, 16 de agosto de 2011

Regreso al hogar.

Ya han pasado cuatro días desde que logré huir de Palma, por poco no lo cuento, pero ahora estoy en mi faro, segura de nuevo en Cala Rajada, lejos de todas aquellas pesadillas vivientes...
Hace cuatro días, tras encontrar un coche y combustible, decidí huir por la noche de Palma, todo estaba listo, solo debía abrir la puerta con el tele-mando de la puerta automática del garaje, y podría huir por la ciudad fantasma, de vuelta a mi hogar.
Subí al coche, apreté el botón del tele-mando, arranqué el coche, y encendí las luces de cruce del coche, nada más hacerlo, ante mi se descubrió de entre las tinieblas el extraño ser, si, el extraño monstruo mitad humano, mitad deforme estirga, el cual me observaba con ira, acompañado de ocho estirgas, las cuales estaban tras él, y parecían estar nerviosas por la luz cegadora de mi coche, yo sin dudarlo arranqué el coche a toda velocidad, lanzándome por el aparcamiento a toda velocidad, el extraño hombre dio un gruñido agudo, y todas las estirgas que el acompañaron empezaron a perseguirme como lo haría una feroz jauría de perros tras su presa, esos monstruos actuaban como un solo cuerpo, cortándome las salidas, bloqueandome y acorralándome cada vez más y más, de repente una de las estirgas ha saltado sobre mi capo, ha gruñido con fuerza babeando todo mi parabrisas, y preparando su mortal garra para atravesarlo y cogerme, pero yo he sido rápida, y he lanzado los chorros del limpia, el agua le ha dado de lleno, y como si fuera ácido, le ha provocado dolorosas quemaduras, y la ha hecho saltar bien lejos de mi, entonces cogí las bombas de agua que tenía en una mochila y he comenzado a lanzarlas a discrección, las estirgas han gritado con rabia, mientras huían de mi, apartándose de mi camino con dolor, mientras avanzaba con mi coche, confiada en llegar a la salida, por el retrovisor he visto al misterioso hombre estirga, corría a tras de mi , con una velocidad casi igual que a la del coche, saltando entre cascotes y sobre sus siervos como si nada, de su espalda a desenfundado una espada, y se ha preparado a atacarme, mientras me perseguía cada vez más y más cerca, mientras yo desesperada iba a mi única salida, desesperada, he cogido mi fusil de agua, y con una mano he disparado hacia atrás, sin mirar a donde, solo quería tirar agua, el chorro le ha dado de lleno, el monstruo a gritado, frenado su carrera un poco, pero seguía persiguiéndome, estos segundos me han sido suficientes para huir, coger la cuesta que me llevaba a la oscura y vacía Palma, y salir en libertad, nada más cruzaba la estrecha salida del parking, he lanzado en ella mi última bomba de agua, bloqueando la salida.
Después de salir de esa trampa, fui al supermercado donde dejé el carro con mi botín, por suerte no había nada, pero me negaba a irme con las manos vacías, bajo la luz de la luna cargue todo lo que pude, y me lo llevé, conduciendo en silencio, oyendo los cds que había en el coche, musca clásica y triste, la cual bajo la luz de la triste luna llena, me hacían ganas de llorar, al verme rodeada de ese silencio el cual me ahogaba.
Al llegar a mi faro, vi a Brufa, mi perrita me recibió con mucha alegría, la pobre estaba en los huesos, se veía que había pasado mucha hambre, con alegría le di algo de la comida para perros que robé, la cual devoró con ansia.
El resto de días me los he pasado en mi rutina, cuidando a mi perra, pensando en que era ese extraño híbrido entre estirga y humano, y deseando no volver a verlo más, por que tengo clara una cosa, sus intenciones no son nada buenas.

viernes, 12 de agosto de 2011

La ciudad muerta.

Por fin he encontrado una fuente de electricidad, en la comisaria central de Palma todavía mal funciona la instalación eléctrica, y allí he podido he recargar la batería de mi portátil...
Por el día he descansado en las ruinas de la ciudad de Palma, la verdad es que las numerosas estirgas que campan a sus anchas por el día ni me molestan, aprovechan el brillante y caluroso sol de agosto, absorbiendo con ganas toda su energía, disfrutando de ella como si para ellas ese soleado día fuese una barra libre de comida rápida, yo descanso dormitando en alguna esquina toda la mañana, y después me muevo entre las ruinas, yendo por entre las ruinas, entre los lugares más sombríos, siempre atenta a que ninguna estirga me localice, ya que sino sería mujer muerta en segundos, vigilo sobretodo los garajes y sótanos, buscando algún coche que me permita huir de esta ciudad maldita, y hace cosa de tres días, tuve la gran suerte de encontrarme en un sótano, una puerta de un garaje privado cerrada, todo en aquel garaje estaba destrozado, reducido a chatarra por la ira y las garras de las estirgas, solo aquella puerta de chapa, cerrada con una gran candado de metal, estaba intacta, como ajena a toda aquella destrucción, sonreí satisfecha, por fin mis esfuerzos tenían un buen resultado, la puerta estaba cerrada, así que desenfundé mi pistola y rompí la cerradura con dos tiros, el sonido de los disparos no atrajo a ningún enemigo, por suerte, tras retirar los fragmentos del candado, levanté la puerta de liviano metal gris, y vi que allí había un pequeño garaje, en el cual se guardaba un precioso coche de colección, tapado con una lona gris, junto a miles de herramientas, se notaba que el propietario debía adorar ese cochazo de lujo, un Lexus LS, enorme y precioso, por el cual parecía que no había pasado el tiempo, revisé el lugar para buscar las llaves del coche, y estaban allí, satisfecha me subí al coche, pero al arrancarlo se fue toda mi felicidad, al ver que su deposito estaba casi vacío, parecía que otra vez el destino se volvía a reír de mi..., con el combustible que tenía no llegaría ha hacer ni diez kilómetros, mucho menos regresar a mi faro, junto a Brufa..., mi pequeña Brufa, que tanto me añoraría...
No me he rendido, yen estos días he buscado incansable día y noche mi necesaria gasolina, descansando en el garaje, tumbada en el cómodo asiento trasero del Lexus en las horas del atardecer y el alba, cuando las estirgas se mueven, mientras cogía fuerzas en ese asiento, que no es mi cama de Cala Rajada, pero mejor que dormir sobre cascotes mil veces..., también he aprovechado para limpiar un poco el garaje, he retirado de mi camino todos los cascotes y chatarra posible, creando un camino de salida al exterior, por el cual pienso irme de allí, nada más que encuentre mi codiciado combustible, y por fin, tras varios días y noches buscando la encontré, en la comisaria, allí había varios depósitos llenos, guardados en garrafas, además en la comisaria he podido recoger armas de fuego, municiones, y recargar la batería de mi portátil, justo cuando me disponía a salir de la comisaria le he vuelto a ver, a el extraño hombre con miembros de estirga, caminado seguido por ocho estirgas deformes y nerviosas, rápidamente me he escondido, por poco ese extraño ser no me ha visto, estoy segura que sigue mi rastro, y que no debo confiarme en él, se parece más a una estirga que a una persona, y que este rodeado de ellas, poco o ninguna confianza me merece....
Cuando esa cosa y su séquito de monstruos se han ido, he regresado a mi garaje, observando como todavía el sol brilla demasiado alto en el cielo, salir ahora con mi coche por las calles de Palma sería un suicidio, con todo esto lleno de miles de estirgas, así que ahora, tras llenar el deposito de mi nuevo coche, y planear que haré escribo, ojala que todo salga bien, y esta noche descanse en mi casita, en mi faro, junto a mi amada Brufa, la cual tanto me necesita...

lunes, 1 de agosto de 2011

El caminante.

Las sombras del atardecer comienzan a caer, miro por la ventana y veo que las estirgas comenzar a guarecerse en sus cubiles a paso lento, pero hoy no miro por la ventana de mi refugio observando si alguna estirga viene a descansar en mi edificio, hoy observo mirando a ver si lo veo a él, a eso que no sé que nombre ponerle...
Anoche tras reponerme del ataque de las ratas, y de mis ideas de suicidio, me he ido despacio a investigar el edificio en ruinas, ese lugar estaba lleno de escombros y basura, me he colado en alguna de las casa y me he encontrado a estirgas dormitando, en esa especie de extraño sueño que tienen cuando la luz del sol no les da vida, un sueño silencioso, como si fuesen estatuas, las cuales si rozas o tacas reviven violentamente de su letargo, atacando a todo lo que se encuentran en su camino, gritando y despertando con sus alaridos a sus semejantes cercanos, peleando con rabia hasta la muerte.
Tras una hora de búsqueda, encontré un refugio en un piso de una pequeña azotea, no era un sitio bonito, pero tenía una puerta que cerrarse, no había estirgas ni alimañas, y me serviría para reponerme y curarme más a fondo las heridas de las ratas. Me quedé dormida absorta en mis pensamientos, y me despertó la luz del sol, la cual se colaba en la azotea con fuerza, me asomé por la ventana, y vi la plaza del escorxador, que era la misma plaza donde luché contra las ratas, llena de estirgas, las cuales absorbían en silencio la luz del sol, las horas pasaron, y no hubo ninguna novedad hasta que de repente, a eso de las 17 horas oí a las estirgas hacer un ruido muy extraño, era como un ulular, un canto tétrico y escalofriante, me asomé y vi que las estirgas se apartaban a los bordes de la plaza, mientras seguían con ese extraño cántico, entonces le vi, no sé lo que era, desde allí parecía una persona, una persona seguida por un grupo de ocho estirgas, las cuales parecían escoltarle, por lo menos tenía su silueta, un vuelco sacudió mi corazón, por fin otro superviviente, cogí mis prismáticos de mi mochila y vi que esa silueta humana, desde cerca poco de humano tenía, era una estirga, pero una estirga con raros de humano, dos brazos, dos piernas, una cabeza y un tórax, incluso rasgos particulares de humano, como barba, ojos humanos, pero en esa anatomía se veía rasgos aberrantes de estirga, el brazo izquierdo terminaba en vez de mano en garra, su boca era una deforme hilera de dientes, su piel parecía cuero...; el extraño ser caminó hasta el lugar donde yo había cenado, una vez allí miró a la lata de sardinas, y puso un gesto extraño en su rostro, luego dio un par de pasos, se agachó y recogió con su mano derecha el casquillo de una de mis balas, comenzó a olisquearlo, gruñó, y al momento las ocho estirgas que le seguían comenzaron a olfatear el aire nerviosas, buscando seguramente mi rastro, el misterioso hombre se levantó del suelo, y al momento las ocho estirgas se separaron y comenzaron a rastrear la zona, como si fuese sabuesos, durante una hora el hombre estuvo quieto, como las estirgas cuando toman el sol, tras la hora las ocho estirgas regresaron junto a su amo, por suerte no me habían encontrado, luego se fueron, y no les he visto más, sino tenía bastante problemas, ahora tengo esa cosa tras de mi..., ojala pronto me pueda ir de esta maldita ciudad, añoro mi faro y su seguridad.

domingo, 31 de julio de 2011

Ciudad en ruinas, noche de ratas

Estoy agotada, como añoro mi faro, su calma y su seguridad, he estado durante horas paseando sola entre las calles de Palma, caminado entre las ruinas de esa gran ciudad, que ahora solo es un nido de miseria, por el cual campan a sus anchas ratas y cucarachas, como si esta inerte ciudad ahora solo fuera de ellas, camino buscando algún vehículo por la ciudad, un coche, una moto, una bicicleta, lo que sea, lo que sea me da igual, pero no hay nada, esos monstruos lo han destruido todo, como si fueran una plaga...
He estado durante horas no solo buscando una forma de huir de ahí, sino también comida, me muero de hambre, he buscado cualquier cosa para comer, y solo he encontrado en una tienda arrasada, en la cual hacia años que no entraba ni un alma, una miserable lata de sardinas, me ha parecido un regalo del cielo y la he devorado bajo la luz de las estrellas, sentada en el sucio banco de una plaza, mirando a las estrellas, que hermosas son las estrellas, aunque cada vez que las miro no puedo evitar el recordar que ellas son las culpables de todo esto, y que en una noche estrellada como esta comenzó esta pesadilla; me he lamido hasta los dedos con el aceite de la lata, entonces he visto esos ojos rojos, unos puntos pequeños y brillantes que me miraban rabiosos desde el suelo, seguidos de cada vez más y más, como si estuviese encima de un manto vivo, de miles de miradas que empezaban a mirarme con rabia, entonces me he percatado de que eran ratas, las ratas más grandes, feroces y hambrientas que jamás haya visto, las cuales me empezaban a rodear, atraídas sin duda por el olor aceitoso de mi cena, aterrada he lanzado la lata vacía a la oscuridad, y he visto como varios de esos ojos se lanzaban contra ella, peleando por la posible comida a muerte, pero la mayor parte de esos ojos me seguían mirando, acechándome, preguntándose cual seria mi sabor...., he desenfundado mi pistola, pero las ratas ni se han inmutado, como si fueran consciente de su gran ventaja numérica, y estuviesen dispuestas a morir a cambio de devorarme..., una rata cercana saltó contra mi, con su pequeña boca llena de afilados dientecillos comenzó a morder con rabia mi bota, por inercia grité y le di un puntapié  lanzándola violentamente a la oscuridad, mientras gritaba aterrada, y como si esa fuera la señal esperada, el resto de enormes y repugnantes ratas se abalanzaron contra mi, como si fueran un cuerpo sólo, aterrada disparé a mi alrededor matando a una o dos de aquellas bestias, mientras notaba como esas cosas se subían por mi cuerpo, clavándome sus sucios dientecillos, los cuales me desgarraban hiriéndome, enloquecida comencé a correr, quitándome esas alimañas de encima mio, mientras notaba como mis zapatos las aplastaban a su paso, convirtiéndolas en charcos de sangre y carne, desesperada comencé a correr, seguida por aquel ejercito de ratas, notando como por cada una que quitaba de encima mio, saltaban tres sobre mi mordisqueándome con mucha más fuerza, en mi carrera vi la puerta de un portal abierta, desesperada fui hacia ella, la cerré con fuerza detrás de mi, notando como la marabunta enloquecida de ratas se abalanzaba contra la puerta, intentando atravesarla rompiéndola con sus sucios dientes y garras, sobre mi quedaban unas 8 de esas enromes ratas, las cuales me mordían el cuello, los brazos, y una de ellas me mordían las mejillas, buscándome con seguridad los ojos para comérselos, arranqué con violencia a cada una de las ratas de mi, con una energía desconocida en mi, lanzádolas con todas mis fuerzas lo más lejos de mi, o al suelo para luego aplastarlas de un pisotón, cuando acabé con la última de las ratas, grité con rabia, consciente de que estaba a punto de perder mi escasa cordura.
Ahora estoy sentada en el suelo, aún oigo alguna de esas apestosas ratas golpeando la puerta, iluminada por la tenue luz de mi portátil, escribiendo al tiempo que desinfecto y sano mis heridas, esperando no haberme infectado de rabia o algo peor..., debo descansar, debo ordenar mi mente, por que estoy a punto de volarme la tapa de los sesos, esto es una locura, tal vez debería rendirme, ¿para que continuar con esta vida?, ¿no sería mejor que fuese comida para ratas?, debo apartar esas ideas de mi cabeza, debo intentar descansar..., mañana tal vez tenga suerte, ojala que así sea...

viernes, 29 de julio de 2011

El infierno.

La he cagado..., si, la he cagado, no sé si saldré de esta, Dios mio, nunca creí que la pudiera jorobar tanto en mi vida, pero sí, lo he hecho..., y ahora me veo totalmente rodeada de estirgas, las cuales están gritando enloquecidas ahí fuera, buscándome, listas para matarme, mientras me escondo en esta maldita casa en ruinas, deseando que el ocaso llegue cuando antes..., los minutos pasan como siglos, y para alejar mi mente de todo esto he comenzado a escribir, no sé si esto es el fin, pero tal vez lo sea...., suspiro y recapacito sobre que escribir, tengo que alejar mi mente de aquí no hay otra manera, no, o mi frágil cordura se romperá en millones de añicos como si fuese un plato de porcelana contra el suelo.
Recuerdo la pasada noche, como estaba en mi seguro faro, meditando bajo la confortable tormenta de verano, pensando en irme a Palma, sí, parecía que todo iba a ser tan fácil, llegaría a Palma, y me encontraría una ciudad llena de vivires y de tal vez supervivientes como yo, los cuales me darían cobijo, alimento y una nueva vida sin soledad..., aquella noche mientras dormía en mi cama, os juro que soñé con eso, con que la ciudad de Palma había resistido el ataque de las estirgas, que era un lugar precioso, una ciudad brillante y hermosa, la cual parecía que por arte de magia se había mantenido al margen de toda esa locura en la cual había caído el resto del mundo, un sueño, si, un hermoso sueño. Al levantarme a la mañana siguiente, escuché el sonido de la lluvia, la tormenta había durado toda la noche, y continuaba durante el día con la misma energía, así que me confié, total, me había pasado toda la noche tramando lo que debía hacer, recogí todo mi equipo bajo la mirada atenta y triste de Brufa, la cual ahora imagino que intuía todo lo que iba a sucederme, le deje comida y agua para una semana, y me marché de mi faro, acompañada hasta la verja por mi amiga, cerré la puerta de entrada al faro, y caminé mientras me despedía de Brufa con la mano prometiendole que pronto volvería, ahora que lo recuerdo, que inocente y confiada he sido..., como si nada pudiera salir mal, como si fuera un plan perfecto, yo que nunca he sido optimista para nada, y cuando por primera vez lo soy, ese optimismo me costará la vida...
Me subí al coche, y conduje bajo la lluvia, tenía el deposito lleno de gasolina, así que no habría ningún problema para recorrer los ochenta largos kilómetros que me separaban de Palma, el camino fue monótono hasta Manacor, esa carretera la tengo ya muy conocida, pero cuando llegué a la rotonda que lleva hacia el centro de Manacor, y la que desvía hacia las afueras, dirección Palma, noté un vuelco en mi corazón, era la primera vez en años que me salía de ese camino, suspiré, y cogí la carretera hacia Palma, esa carretera la cual yo ya tenía olvidada, una carretera vacía y gris, la cual estaba deteriorada por la imparable fuerza de la naturaleza, la cual había roto la brea, y conquistado poco a poco terreno a la carretera, conduje hasta Palma, en mi camino me encontré solo amargos recuerdos, solo había a mi alrededor vacíos, donde antes había casas, ahora solo había cascotes; donde antes había carteles ahora solo astillas, donde antes había un pueblo, ahora solo ruinas; mientras notaba como una voz en mi interior me decía que no siguiera, que debía regresar, que aquello era una locura, ojala la hubiera escuchado...
Llegue a Palma, y allí no había ninguna ciudad fantástica, solo había edificios derruidos, vestigios de aquella ciudad, la cual presumía con el galardón de ser la más grande de la isla, la cual ahora bajo la lluvia, parecía una decrepita montaña decadente de cascotes y miseria; nada parecía poder haber allí, pero yo sabía que allí se escondían tiendas y cosas utiles, si, tanto tiempo rebuscando en la basura me había desarrollado un sexto sentido para ello, conduje por via cintura, la autovia que rodea la ciudad, llegando hasta donde yo deseaba en pocos minutos, al carrefour que hay en la salida a Valldemossa, una gran superficie que tenía de todo, deje el coche en el vacio e inmenso parking, bajé del coche protegida por la lluvia, y caminé decidida hasta la puerta principal del gran supermercado, al acercarme los vi, aquel lugar estaba lleno de estirgas, esos grotescos monstruos me miraban con rabia desde la puerta, gruñendo, e intentando como desafiarme a que entrara al interior del supermercado, ese lugar seguro para esas cosas, las cuales estaban muy ansiosas ante mi sola presencia, intentando salir a atacarme, pero frenadas por la corrosiva lluvia que todo lo envolvía fuera de ese santuario para ellos, yo les apunté con el fusil de agua, y esas cosas ni se inmutaron, sonreí con crueldad y disparé contra ellas un chorro de agua, las estirgas enloquecieron de dolor, mientras saltaban por todos lados confusas, de repente pasó algo inesperado, una de ellas dio un zarpazo arrancando de cuajo de la pared, un pivote rojo, al hacerlo el sistema anti-incendios se activo, y todos los dispersores de agua del supermercado se activaron a la vez, haciendo el seguro refugio de estirgas, una verdadera trampa mortal, en la cual no podían estar, ni tampoco salir, algunas de las estirgas comenzaron a huir bajo la lluvia, derritiéndose bajo el tacto del agua a paso, muriéndose enseguida en un charco deforme y repugnante, otras buscaron refugio en el interior, bajo alguna mesa o inesperado refugio, pero había tan pocos refugios para tantas estirgas, que entre ellas comenzaron a atacarse, matándose unas a otras a zarpazos y mordiscos, mientras luchaban bajo la corrosiva agua, buscando sobrevivir desesperadamente. Cuando todo se hubo calmado entre en el interior del gran supermercado, confiada por la protección de los dispersores de agua del techo, cogí un carrito, y comencé a avituallarme en las estanterías del supermercado, el cual no había sido pisado por un cliente en muchos años, pude coger, pasta, arroz, vino, etc, algo de calzado y ropa y material útil para mi casa, como herramientas y objetos tales como bombillas y baterías, bajo la atenta mirada de las estirgas supervivientes que me acechaban desde los escasos refugios que el supermercado ofrecía al agua, tras veinte minutos por el supermercado, ya había cogido todo lo que podía necesitar, así que me marché, pero me esperaba una terrible sorpresa mi regreso, algo que no había podido esperar; al regresar a mi coche vi que dentro de él había una estirga, una de esas malditas bestias se había metido en el atravesando al luna del coche, y ahora se estaba entreteniendo arrancando con violencia el volante del todo-terreno, para luego lanzarlo fuera del coche, yo me quedé aterrada, los ojos deformes de esa cosa se cruzaron con los míos, mientras que noté como todo el mundo se caía a mis pies, grité con rabia, y sin dudarlo disparé mi fusil de agua contra ese maldito intruso, la corpulenta estirga gruñó con rabia, mientras que el potente chorro de agua de mi fusil le atravesaba el pecho, confusa y dolorida se avalanzó contra mi, pero la lluvia de fuera la mojó con fuerza, el dolor la hizo dudar, confusa buscó donde huir, pero era tarde, cayó al suelo, convirtiéndose rápidamente en un charco de putrefacta materia purulenta. Había derrotado a la estirga, pero ella había destruido mi única forma de huir de allí, estaba condenada a quedarme en Palma, atrapada y sin salida, entonces fue cuando lo noté, la lluvia comenzaba a amainar, tragué saliva, recogí del coche y de mi carrito lo más importante para sobrevivir y me fuí de allí lo antes posible, busqué un lugar donde esconderme entre las casas cercanas, bueno entre esas ruinas llenas de estirgas, las cuales estaban en todos los malditos lados, por fin encontré un lugar donde guarecerme, este desde el cual escribo ahora, una sucia habitación de una casa ruinosa, la lluvia cedió, y el sol comenzó a brillar con fuerza, secando todo el agua en apenas una hora, entonces fue cuando todo se complicó, las estirgas supervivientes del carrefour, surgieron del gran supermercado, totalmente enloquecidas de rencor y venganza, aullaban con todas sus fuerzas, un aullido endemoniado, respondido por todas las demás estirgas, que acudieron hacia ellas, de repente grupos de centenares de estirgas empezaron a recorrer la zona, buscándome, cegadas por la venganza, por suerte he cubierto mi rastro con lejía, y donde me escondo es un lugar por el cual hay muchos charcos, que hacen que esas cosas se lo piensen antes de venir hasta aquí, he pasado la noche aquí, durmiendo rodeada por esas cosas, no me he atrevido a salir de aquí, sabía que esas cosas dormían, pero estaba agotada, además no me fiaba y tampoco tenía a donde ir, necesitaba ordenar mis pensamientos, y por la noche he podido descansar algo.
Al amanecer, las estirgas seguían deambulando por la zona, pero ya eran muchas menos, y además estaban más tranquilas, como si hubieran olvidado lo de ayer, solo quedaba como una docena de estirgas, que seguían aullando, mientras sus compañeras parecían no hacerles caso, aunque estaban vigilantes y alertas.
Dentro de unas horas la noche caerá, entonces tal vez intente huir, tengo un plan, ojala que funcione.

miércoles, 27 de julio de 2011

tormenta de verano.

Hace muchos meses que no escribo este blog, me gustaría decir que he vivido miles de cosas emocionantes, que ya no estoy sola en mi faro, que he encontrado supervivientes, o que las estirgas se han evaporado, pero no, todo sigue igual, la rutina de mi vida no se rompe de ninguna de las maneras, sigo sola con mi perra, la cual esta totalmente recuperada, y mi esquivo gato, el cual continua viniendo y yéndose a su antojo de mi faro, ninguna señal de ninguna persona viva, estoy tan sola como siempre.
Ahora mismo veo como el sol que comienza a ponerse, las estirgas pronto desaparecerán huyendo a sus miserables cubiles, yo revisaré mis trampas y todo estará hecho por hoy, en mi aburrida rutina.
Repaso lo que he escrito en mi blog, y leo asombrada mis ganas de irme a Palma, la verdad es que esa idea la desprecie hace tiempo, por cobardía no lo voy a negar, y porque encontré algo más de comida, además con Brufa sanada, no sé, me dieron ganas de estar más con ella, y luego me acomodé...., miro al horizonte y veo nubes de tormenta, suspiro, una tormenta, eso es lo que yo desearía, una buena tormenta de verano para no volver a esas cosas por lo menos durante un día entero..., una brisa fresca mece mi pelo, me relaja, de repente escucho el estruendo de un trueno, abro los ojos y veo como un rayo, un rayo muy potente..., hacia años que no veía uno así, respiro el aire, y notó que la brisa se vuelve más fuerte, mientras un aroma a ozono me inunda... Subitamente veo a las estirgas gritar, un grito extraño, como los animales de los documentales cuando ven un peligro, las estirgas comenzaron a huir súbitamente, esto solo lo había visto hacer un par de veces, un extraño espectáculo que hacen las estirgas cuando presienten una tormenta repentina, en menos de un minuto no quedaba ni rastro de ellas, como si jamás hubieran existido, suspiré, deseando con toda mi alma que ojala ese deseo se cumpliese, y no volver a ver a ninguna de esas cosas nunca más en toda la vida.
De repente oigo el sonido de la lluvia, gotas furtivas y lejanas, que surgen de los oscuros corazones de las nubes, las cuales parecen llorar por toda la miseria en que se ha convertido el mundo, salgo afuera, dejo que la tenue lluvia me roce la piel, es una sensación maravillosa, de repente noto que estoy sonriendo, hacia tanto que no sonreía, la lluvia parece que limpia mi alma, mientras el olor de la tierra seca, la cual se esta mojando me llena, transportándome al olvidado reino de la felicidad..., abro mis ojos, y veo a mi alrededor, ojala el mundo fuera así, ojala siempre lloviera...
La lluvia es cada vez más fuerte, me refugio en el interior del faro, y me cambio de ropa, luego tomó un te calentito, mientras miro por la ventana la lluvia caer, mientras la noche cae y su brisa fría me roza tanto el cuerpo como el alma, y entonces se forma en mi mente un plan, el plan de ir hasta Palma, tengo que ir hasta allí, si, necesito viveres, necesito utensilios, y sobretodo necesito arriesgarme, y más ahora que siento que tengo nada que perder..., sino lo hago dudo que mi cordura pueda resistir durante mucho más tiempo...

viernes, 15 de abril de 2011

Aniversario.

Hace unos minutos han sido las doce de la noche, hoy la luna esta preciosa, brilla con una maravillosa aura plateada en este cielo despejado; y aquí estoy yo, sola en mi terraza, con un pequeño pastel en el cual hay una pequeña vela cuya llama palpita entre las sombras, como si fuera un pequeño y dorado corazón de luz; hoy es 16 de abril, el cumpleaños de Francisco, mi amor, mi pequeño Coco como yo siempre le llamaba cuando estábamos a solas; me he traído mi portátil a esta pequeña y triste fiesta improvisada para oír una canción que le gustaba mucho, http://www.youtube.com/watch?v=vx2u5uUu3DE , Bon Jovi - it's my life, y como me siento tan sola, aprovecho para escribirle esta pequeña nota, no sé, cuando escribo lo siento cerca de mi..., necesito hablar con alguien, aunque sea conmigo misma..., a él siempre le gusto y mucho este tipo de música, yo siempre he sido de baladas y canciones románticas, pero el no, siempre le gustaba la música más movida y bailable..., eramos tan diferentes, el alto, corpulento, de ojos claros, rubio y atrevido; yo bajita, ojos negros, morena y tímida; diferentes totalmente, pero unidos por un gran amor.
Hoy al atardecer he ido hasta su tumba, he pegado en su lápida otro poema, y luego he llorado, no por que le añore, sino por que le envidio, el fue de los primeros en morir en esta locura, el no tuvo que ver en lo que se ha convertido este mundo, si ahora apareciera no reconocería para nada lo que ahora es el mundo.
Leo en su lápida, "nunca te olvidaremos", y sonrió, ya no queda nadie para recordar, solo yo, el mundo es ahora   aquello que yo recuerdo, ¿qué pasara cuando me muera?, ¿de toda la humanidad que quedara?, ¿ruinas?, ¿lápidas?, ¿o tal vez vacío?, vacío, si, eso es todo lo que queda, tanto fuera como dentro de mi.
Miro la vela, y el pastel que he preparado hoy con un poco de harina en mi horno eléctrico, tiene una pinta bastante mala, pero es el único pastel del mundo, así que creo que no seré muy exigente..., cierro los ojos, suspiro su nombre, y pienso en el deseo que el tendría si estuviera a mi lado, que todo esto fuera mentira, una pesadilla, y al abrir los ojos recuperar mi vida, soplo la vela notando la bocada de humo al apagarse, abro los ojos suplicando que mi deseo se cumpla, pero no es así, sigo sola, siempre sola, comienzo a comer la tarta de cumpleaños, su sabor no es tan malo como yo esperaba, sonrío mirando la luna, dibujando en sus cráteres una cara esquelética y pálida, una cara que ojala me hablara, solo deseo eso, hablar con alguien, siento que la soledad me esta volviendo loca, me ahogo en ella, pero ya no tengo ganas de luchar contra ella, dejo que me devore, ya he perdido toda esperanza de vencerla.