Vistas de página en total

lunes, 14 de febrero de 2011

Nostalgia.

Otra vez me he despertado sola, mirando el otro lado de mi cama, el cual está totalmente vacío, he pasado mi mano por esa sabana, notando su frío el cual congelaba mi alma y mi corazón, he suspirado, mientras pensaba que ya olvidaba el notar un tacto caliente a mi lado, una sonrisa buscando mi mirada, alguien que te observara al despertarte, con pena me he levantado, y he vuelto a mi realidad, mi solitaria realidad.
             Durante el día hoy limpiado un poco mi hogar, y leyendo un libro de Arturo Pérez Reverte mientras escuchaba música triste, esperando al ocaso, en ese momento las estirgas comenzaron a retirarse lentamente a sus guaridas; al caer el sol yo salí del faro, pasando a través de mis aspersores, notando como una suave lluvia me mojaba débilmente con agua marina, al atravesar mis defensas notaba que entraba en otro mundo, un mundo peligroso, armada con sólo con un revolver y un fusil de agua, cargado de agua marina, caminando sola bajo las luces tristes y rojizas del crepúsculo, mientras bajaba la empinada carretera que lleva al faro, miraba de reojo a las últimas estirgas rezagadas, las cuales me ignoran como siempre, mientras caminan entre los pinos que rodean el bosque como almas errantes.
            Al final del empinado camino que lleva al faro, hay una pequeña mansión y en su cochera, guardado bajo llave tengo un todoterreno escondido, un vehículo grande y fuerte, el cual puedo emplear para hacer grandes distancias, y que me da seguridad por si alguna estirga intentara atacarme.
            Subí a mi coche, y conduje sin problemas, las calles están vacías, las estirgas han destruido todo a su camino, por el día son seres agresivos, al parecer es como si fueran reptiles de sangre fría, y el calor del sol les diera energía y rabia, pero ahora las estigas estaban calmadas, y sólo miraban de reojo, ocultos desde esquinas y ventanas rotas, mirando con impotencia a su coche el cual se alejaba veloz.
            Generalmente sólo salgo a buscar comida, armas, equipamiento o combustible, pero hoy es especial, hoy no busco nada, hoy busco a alguien, a la única persona con la que puedo hablar y más en este día.
            En pocos minutos llegué al cementerio de mi pueblo, aparqué en la entrada y desde mi seguro vehículo comprobé entre las tenebrosas luces del ocaso que no había ninguna estirga cerca, aún así no debía confiarme, bajé empuñando mi fusil de agua, dispuesto a disparar contra cualquiera de esas cosas, y vaciarle todo el agua del cargador encima, si se cruzaban en mi camino.
            En silencio entré en el cementerio, y caminé por el desolado campo santo, hasta la tumba número 72, una vez allí miré la gris tumba, en la cual se leía "Fernando Pérez Pastor, todos te añoramos", acompañado de una foto suya en blanco y negro, pegado sobre el frío mármol blanco, pequeñas hojas de poemas de amor que yo misma he escrito, los cuales están ilegibles por la lluvia o arrancados por el viento; he colocado mi mano sobre su imagen, y el tacto gélido del mármol han hecho que me den escalofríos, mientras pensaba que no podía estar más cerca de él, como lo estaba ahora mismo.
            -Cariño, te añoro, eres lo que más amo, me paso el día pensando en que decirte, y ahora no sé de que hablarte, te amo, eres lo que más añoro lo que más necesito en este mundo vacío, y tu recuerdo lo único que me da luz en este mundo".
            La respuesta de mi amado, su silencio, aun así sonreí, ese era mi hombre, el único que he amado con toda mi alma y corazón, encendí una vela y la coloqué en su tumba tras darle un beso.
            -Feliz San Valentín, te amo.
            Tras pegar sobre su lápida una pequeña hoja con un poema de amor, me fui despacio del cementerio, subí a mi coche, y circulé de nuevo entre las calles cada vez más oscuras de mi pueblo, para dejar de nuevo el coche en su garaje y después regresar a mi faro, pasando entre la nube de agua marina, esa cortina la cual separa mi mundo del de esas cosas..., siendo recibido por mi alegre perro, el único ser vivo que es feliz al verme de nuevo, luego con paso triste he ido a mi cuarto, y allí he llorado mirando la foto de mi amor, he llorado y llorado hasta quedarme agotada, y quedarme dormida, mientras mis lágrimas empapaban mi almohada y mi alma, ese es mi san Valentin.

            

No hay comentarios:

Publicar un comentario