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martes, 16 de agosto de 2011

Regreso al hogar.

Ya han pasado cuatro días desde que logré huir de Palma, por poco no lo cuento, pero ahora estoy en mi faro, segura de nuevo en Cala Rajada, lejos de todas aquellas pesadillas vivientes...
Hace cuatro días, tras encontrar un coche y combustible, decidí huir por la noche de Palma, todo estaba listo, solo debía abrir la puerta con el tele-mando de la puerta automática del garaje, y podría huir por la ciudad fantasma, de vuelta a mi hogar.
Subí al coche, apreté el botón del tele-mando, arranqué el coche, y encendí las luces de cruce del coche, nada más hacerlo, ante mi se descubrió de entre las tinieblas el extraño ser, si, el extraño monstruo mitad humano, mitad deforme estirga, el cual me observaba con ira, acompañado de ocho estirgas, las cuales estaban tras él, y parecían estar nerviosas por la luz cegadora de mi coche, yo sin dudarlo arranqué el coche a toda velocidad, lanzándome por el aparcamiento a toda velocidad, el extraño hombre dio un gruñido agudo, y todas las estirgas que el acompañaron empezaron a perseguirme como lo haría una feroz jauría de perros tras su presa, esos monstruos actuaban como un solo cuerpo, cortándome las salidas, bloqueandome y acorralándome cada vez más y más, de repente una de las estirgas ha saltado sobre mi capo, ha gruñido con fuerza babeando todo mi parabrisas, y preparando su mortal garra para atravesarlo y cogerme, pero yo he sido rápida, y he lanzado los chorros del limpia, el agua le ha dado de lleno, y como si fuera ácido, le ha provocado dolorosas quemaduras, y la ha hecho saltar bien lejos de mi, entonces cogí las bombas de agua que tenía en una mochila y he comenzado a lanzarlas a discrección, las estirgas han gritado con rabia, mientras huían de mi, apartándose de mi camino con dolor, mientras avanzaba con mi coche, confiada en llegar a la salida, por el retrovisor he visto al misterioso hombre estirga, corría a tras de mi , con una velocidad casi igual que a la del coche, saltando entre cascotes y sobre sus siervos como si nada, de su espalda a desenfundado una espada, y se ha preparado a atacarme, mientras me perseguía cada vez más y más cerca, mientras yo desesperada iba a mi única salida, desesperada, he cogido mi fusil de agua, y con una mano he disparado hacia atrás, sin mirar a donde, solo quería tirar agua, el chorro le ha dado de lleno, el monstruo a gritado, frenado su carrera un poco, pero seguía persiguiéndome, estos segundos me han sido suficientes para huir, coger la cuesta que me llevaba a la oscura y vacía Palma, y salir en libertad, nada más cruzaba la estrecha salida del parking, he lanzado en ella mi última bomba de agua, bloqueando la salida.
Después de salir de esa trampa, fui al supermercado donde dejé el carro con mi botín, por suerte no había nada, pero me negaba a irme con las manos vacías, bajo la luz de la luna cargue todo lo que pude, y me lo llevé, conduciendo en silencio, oyendo los cds que había en el coche, musca clásica y triste, la cual bajo la luz de la triste luna llena, me hacían ganas de llorar, al verme rodeada de ese silencio el cual me ahogaba.
Al llegar a mi faro, vi a Brufa, mi perrita me recibió con mucha alegría, la pobre estaba en los huesos, se veía que había pasado mucha hambre, con alegría le di algo de la comida para perros que robé, la cual devoró con ansia.
El resto de días me los he pasado en mi rutina, cuidando a mi perra, pensando en que era ese extraño híbrido entre estirga y humano, y deseando no volver a verlo más, por que tengo clara una cosa, sus intenciones no son nada buenas.

viernes, 12 de agosto de 2011

La ciudad muerta.

Por fin he encontrado una fuente de electricidad, en la comisaria central de Palma todavía mal funciona la instalación eléctrica, y allí he podido he recargar la batería de mi portátil...
Por el día he descansado en las ruinas de la ciudad de Palma, la verdad es que las numerosas estirgas que campan a sus anchas por el día ni me molestan, aprovechan el brillante y caluroso sol de agosto, absorbiendo con ganas toda su energía, disfrutando de ella como si para ellas ese soleado día fuese una barra libre de comida rápida, yo descanso dormitando en alguna esquina toda la mañana, y después me muevo entre las ruinas, yendo por entre las ruinas, entre los lugares más sombríos, siempre atenta a que ninguna estirga me localice, ya que sino sería mujer muerta en segundos, vigilo sobretodo los garajes y sótanos, buscando algún coche que me permita huir de esta ciudad maldita, y hace cosa de tres días, tuve la gran suerte de encontrarme en un sótano, una puerta de un garaje privado cerrada, todo en aquel garaje estaba destrozado, reducido a chatarra por la ira y las garras de las estirgas, solo aquella puerta de chapa, cerrada con una gran candado de metal, estaba intacta, como ajena a toda aquella destrucción, sonreí satisfecha, por fin mis esfuerzos tenían un buen resultado, la puerta estaba cerrada, así que desenfundé mi pistola y rompí la cerradura con dos tiros, el sonido de los disparos no atrajo a ningún enemigo, por suerte, tras retirar los fragmentos del candado, levanté la puerta de liviano metal gris, y vi que allí había un pequeño garaje, en el cual se guardaba un precioso coche de colección, tapado con una lona gris, junto a miles de herramientas, se notaba que el propietario debía adorar ese cochazo de lujo, un Lexus LS, enorme y precioso, por el cual parecía que no había pasado el tiempo, revisé el lugar para buscar las llaves del coche, y estaban allí, satisfecha me subí al coche, pero al arrancarlo se fue toda mi felicidad, al ver que su deposito estaba casi vacío, parecía que otra vez el destino se volvía a reír de mi..., con el combustible que tenía no llegaría ha hacer ni diez kilómetros, mucho menos regresar a mi faro, junto a Brufa..., mi pequeña Brufa, que tanto me añoraría...
No me he rendido, yen estos días he buscado incansable día y noche mi necesaria gasolina, descansando en el garaje, tumbada en el cómodo asiento trasero del Lexus en las horas del atardecer y el alba, cuando las estirgas se mueven, mientras cogía fuerzas en ese asiento, que no es mi cama de Cala Rajada, pero mejor que dormir sobre cascotes mil veces..., también he aprovechado para limpiar un poco el garaje, he retirado de mi camino todos los cascotes y chatarra posible, creando un camino de salida al exterior, por el cual pienso irme de allí, nada más que encuentre mi codiciado combustible, y por fin, tras varios días y noches buscando la encontré, en la comisaria, allí había varios depósitos llenos, guardados en garrafas, además en la comisaria he podido recoger armas de fuego, municiones, y recargar la batería de mi portátil, justo cuando me disponía a salir de la comisaria le he vuelto a ver, a el extraño hombre con miembros de estirga, caminado seguido por ocho estirgas deformes y nerviosas, rápidamente me he escondido, por poco ese extraño ser no me ha visto, estoy segura que sigue mi rastro, y que no debo confiarme en él, se parece más a una estirga que a una persona, y que este rodeado de ellas, poco o ninguna confianza me merece....
Cuando esa cosa y su séquito de monstruos se han ido, he regresado a mi garaje, observando como todavía el sol brilla demasiado alto en el cielo, salir ahora con mi coche por las calles de Palma sería un suicidio, con todo esto lleno de miles de estirgas, así que ahora, tras llenar el deposito de mi nuevo coche, y planear que haré escribo, ojala que todo salga bien, y esta noche descanse en mi casita, en mi faro, junto a mi amada Brufa, la cual tanto me necesita...

lunes, 1 de agosto de 2011

El caminante.

Las sombras del atardecer comienzan a caer, miro por la ventana y veo que las estirgas comenzar a guarecerse en sus cubiles a paso lento, pero hoy no miro por la ventana de mi refugio observando si alguna estirga viene a descansar en mi edificio, hoy observo mirando a ver si lo veo a él, a eso que no sé que nombre ponerle...
Anoche tras reponerme del ataque de las ratas, y de mis ideas de suicidio, me he ido despacio a investigar el edificio en ruinas, ese lugar estaba lleno de escombros y basura, me he colado en alguna de las casa y me he encontrado a estirgas dormitando, en esa especie de extraño sueño que tienen cuando la luz del sol no les da vida, un sueño silencioso, como si fuesen estatuas, las cuales si rozas o tacas reviven violentamente de su letargo, atacando a todo lo que se encuentran en su camino, gritando y despertando con sus alaridos a sus semejantes cercanos, peleando con rabia hasta la muerte.
Tras una hora de búsqueda, encontré un refugio en un piso de una pequeña azotea, no era un sitio bonito, pero tenía una puerta que cerrarse, no había estirgas ni alimañas, y me serviría para reponerme y curarme más a fondo las heridas de las ratas. Me quedé dormida absorta en mis pensamientos, y me despertó la luz del sol, la cual se colaba en la azotea con fuerza, me asomé por la ventana, y vi la plaza del escorxador, que era la misma plaza donde luché contra las ratas, llena de estirgas, las cuales absorbían en silencio la luz del sol, las horas pasaron, y no hubo ninguna novedad hasta que de repente, a eso de las 17 horas oí a las estirgas hacer un ruido muy extraño, era como un ulular, un canto tétrico y escalofriante, me asomé y vi que las estirgas se apartaban a los bordes de la plaza, mientras seguían con ese extraño cántico, entonces le vi, no sé lo que era, desde allí parecía una persona, una persona seguida por un grupo de ocho estirgas, las cuales parecían escoltarle, por lo menos tenía su silueta, un vuelco sacudió mi corazón, por fin otro superviviente, cogí mis prismáticos de mi mochila y vi que esa silueta humana, desde cerca poco de humano tenía, era una estirga, pero una estirga con raros de humano, dos brazos, dos piernas, una cabeza y un tórax, incluso rasgos particulares de humano, como barba, ojos humanos, pero en esa anatomía se veía rasgos aberrantes de estirga, el brazo izquierdo terminaba en vez de mano en garra, su boca era una deforme hilera de dientes, su piel parecía cuero...; el extraño ser caminó hasta el lugar donde yo había cenado, una vez allí miró a la lata de sardinas, y puso un gesto extraño en su rostro, luego dio un par de pasos, se agachó y recogió con su mano derecha el casquillo de una de mis balas, comenzó a olisquearlo, gruñó, y al momento las ocho estirgas que le seguían comenzaron a olfatear el aire nerviosas, buscando seguramente mi rastro, el misterioso hombre se levantó del suelo, y al momento las ocho estirgas se separaron y comenzaron a rastrear la zona, como si fuese sabuesos, durante una hora el hombre estuvo quieto, como las estirgas cuando toman el sol, tras la hora las ocho estirgas regresaron junto a su amo, por suerte no me habían encontrado, luego se fueron, y no les he visto más, sino tenía bastante problemas, ahora tengo esa cosa tras de mi..., ojala pronto me pueda ir de esta maldita ciudad, añoro mi faro y su seguridad.

domingo, 31 de julio de 2011

Ciudad en ruinas, noche de ratas

Estoy agotada, como añoro mi faro, su calma y su seguridad, he estado durante horas paseando sola entre las calles de Palma, caminado entre las ruinas de esa gran ciudad, que ahora solo es un nido de miseria, por el cual campan a sus anchas ratas y cucarachas, como si esta inerte ciudad ahora solo fuera de ellas, camino buscando algún vehículo por la ciudad, un coche, una moto, una bicicleta, lo que sea, lo que sea me da igual, pero no hay nada, esos monstruos lo han destruido todo, como si fueran una plaga...
He estado durante horas no solo buscando una forma de huir de ahí, sino también comida, me muero de hambre, he buscado cualquier cosa para comer, y solo he encontrado en una tienda arrasada, en la cual hacia años que no entraba ni un alma, una miserable lata de sardinas, me ha parecido un regalo del cielo y la he devorado bajo la luz de las estrellas, sentada en el sucio banco de una plaza, mirando a las estrellas, que hermosas son las estrellas, aunque cada vez que las miro no puedo evitar el recordar que ellas son las culpables de todo esto, y que en una noche estrellada como esta comenzó esta pesadilla; me he lamido hasta los dedos con el aceite de la lata, entonces he visto esos ojos rojos, unos puntos pequeños y brillantes que me miraban rabiosos desde el suelo, seguidos de cada vez más y más, como si estuviese encima de un manto vivo, de miles de miradas que empezaban a mirarme con rabia, entonces me he percatado de que eran ratas, las ratas más grandes, feroces y hambrientas que jamás haya visto, las cuales me empezaban a rodear, atraídas sin duda por el olor aceitoso de mi cena, aterrada he lanzado la lata vacía a la oscuridad, y he visto como varios de esos ojos se lanzaban contra ella, peleando por la posible comida a muerte, pero la mayor parte de esos ojos me seguían mirando, acechándome, preguntándose cual seria mi sabor...., he desenfundado mi pistola, pero las ratas ni se han inmutado, como si fueran consciente de su gran ventaja numérica, y estuviesen dispuestas a morir a cambio de devorarme..., una rata cercana saltó contra mi, con su pequeña boca llena de afilados dientecillos comenzó a morder con rabia mi bota, por inercia grité y le di un puntapié  lanzándola violentamente a la oscuridad, mientras gritaba aterrada, y como si esa fuera la señal esperada, el resto de enormes y repugnantes ratas se abalanzaron contra mi, como si fueran un cuerpo sólo, aterrada disparé a mi alrededor matando a una o dos de aquellas bestias, mientras notaba como esas cosas se subían por mi cuerpo, clavándome sus sucios dientecillos, los cuales me desgarraban hiriéndome, enloquecida comencé a correr, quitándome esas alimañas de encima mio, mientras notaba como mis zapatos las aplastaban a su paso, convirtiéndolas en charcos de sangre y carne, desesperada comencé a correr, seguida por aquel ejercito de ratas, notando como por cada una que quitaba de encima mio, saltaban tres sobre mi mordisqueándome con mucha más fuerza, en mi carrera vi la puerta de un portal abierta, desesperada fui hacia ella, la cerré con fuerza detrás de mi, notando como la marabunta enloquecida de ratas se abalanzaba contra la puerta, intentando atravesarla rompiéndola con sus sucios dientes y garras, sobre mi quedaban unas 8 de esas enromes ratas, las cuales me mordían el cuello, los brazos, y una de ellas me mordían las mejillas, buscándome con seguridad los ojos para comérselos, arranqué con violencia a cada una de las ratas de mi, con una energía desconocida en mi, lanzádolas con todas mis fuerzas lo más lejos de mi, o al suelo para luego aplastarlas de un pisotón, cuando acabé con la última de las ratas, grité con rabia, consciente de que estaba a punto de perder mi escasa cordura.
Ahora estoy sentada en el suelo, aún oigo alguna de esas apestosas ratas golpeando la puerta, iluminada por la tenue luz de mi portátil, escribiendo al tiempo que desinfecto y sano mis heridas, esperando no haberme infectado de rabia o algo peor..., debo descansar, debo ordenar mi mente, por que estoy a punto de volarme la tapa de los sesos, esto es una locura, tal vez debería rendirme, ¿para que continuar con esta vida?, ¿no sería mejor que fuese comida para ratas?, debo apartar esas ideas de mi cabeza, debo intentar descansar..., mañana tal vez tenga suerte, ojala que así sea...

viernes, 29 de julio de 2011

El infierno.

La he cagado..., si, la he cagado, no sé si saldré de esta, Dios mio, nunca creí que la pudiera jorobar tanto en mi vida, pero sí, lo he hecho..., y ahora me veo totalmente rodeada de estirgas, las cuales están gritando enloquecidas ahí fuera, buscándome, listas para matarme, mientras me escondo en esta maldita casa en ruinas, deseando que el ocaso llegue cuando antes..., los minutos pasan como siglos, y para alejar mi mente de todo esto he comenzado a escribir, no sé si esto es el fin, pero tal vez lo sea...., suspiro y recapacito sobre que escribir, tengo que alejar mi mente de aquí no hay otra manera, no, o mi frágil cordura se romperá en millones de añicos como si fuese un plato de porcelana contra el suelo.
Recuerdo la pasada noche, como estaba en mi seguro faro, meditando bajo la confortable tormenta de verano, pensando en irme a Palma, sí, parecía que todo iba a ser tan fácil, llegaría a Palma, y me encontraría una ciudad llena de vivires y de tal vez supervivientes como yo, los cuales me darían cobijo, alimento y una nueva vida sin soledad..., aquella noche mientras dormía en mi cama, os juro que soñé con eso, con que la ciudad de Palma había resistido el ataque de las estirgas, que era un lugar precioso, una ciudad brillante y hermosa, la cual parecía que por arte de magia se había mantenido al margen de toda esa locura en la cual había caído el resto del mundo, un sueño, si, un hermoso sueño. Al levantarme a la mañana siguiente, escuché el sonido de la lluvia, la tormenta había durado toda la noche, y continuaba durante el día con la misma energía, así que me confié, total, me había pasado toda la noche tramando lo que debía hacer, recogí todo mi equipo bajo la mirada atenta y triste de Brufa, la cual ahora imagino que intuía todo lo que iba a sucederme, le deje comida y agua para una semana, y me marché de mi faro, acompañada hasta la verja por mi amiga, cerré la puerta de entrada al faro, y caminé mientras me despedía de Brufa con la mano prometiendole que pronto volvería, ahora que lo recuerdo, que inocente y confiada he sido..., como si nada pudiera salir mal, como si fuera un plan perfecto, yo que nunca he sido optimista para nada, y cuando por primera vez lo soy, ese optimismo me costará la vida...
Me subí al coche, y conduje bajo la lluvia, tenía el deposito lleno de gasolina, así que no habría ningún problema para recorrer los ochenta largos kilómetros que me separaban de Palma, el camino fue monótono hasta Manacor, esa carretera la tengo ya muy conocida, pero cuando llegué a la rotonda que lleva hacia el centro de Manacor, y la que desvía hacia las afueras, dirección Palma, noté un vuelco en mi corazón, era la primera vez en años que me salía de ese camino, suspiré, y cogí la carretera hacia Palma, esa carretera la cual yo ya tenía olvidada, una carretera vacía y gris, la cual estaba deteriorada por la imparable fuerza de la naturaleza, la cual había roto la brea, y conquistado poco a poco terreno a la carretera, conduje hasta Palma, en mi camino me encontré solo amargos recuerdos, solo había a mi alrededor vacíos, donde antes había casas, ahora solo había cascotes; donde antes había carteles ahora solo astillas, donde antes había un pueblo, ahora solo ruinas; mientras notaba como una voz en mi interior me decía que no siguiera, que debía regresar, que aquello era una locura, ojala la hubiera escuchado...
Llegue a Palma, y allí no había ninguna ciudad fantástica, solo había edificios derruidos, vestigios de aquella ciudad, la cual presumía con el galardón de ser la más grande de la isla, la cual ahora bajo la lluvia, parecía una decrepita montaña decadente de cascotes y miseria; nada parecía poder haber allí, pero yo sabía que allí se escondían tiendas y cosas utiles, si, tanto tiempo rebuscando en la basura me había desarrollado un sexto sentido para ello, conduje por via cintura, la autovia que rodea la ciudad, llegando hasta donde yo deseaba en pocos minutos, al carrefour que hay en la salida a Valldemossa, una gran superficie que tenía de todo, deje el coche en el vacio e inmenso parking, bajé del coche protegida por la lluvia, y caminé decidida hasta la puerta principal del gran supermercado, al acercarme los vi, aquel lugar estaba lleno de estirgas, esos grotescos monstruos me miraban con rabia desde la puerta, gruñendo, e intentando como desafiarme a que entrara al interior del supermercado, ese lugar seguro para esas cosas, las cuales estaban muy ansiosas ante mi sola presencia, intentando salir a atacarme, pero frenadas por la corrosiva lluvia que todo lo envolvía fuera de ese santuario para ellos, yo les apunté con el fusil de agua, y esas cosas ni se inmutaron, sonreí con crueldad y disparé contra ellas un chorro de agua, las estirgas enloquecieron de dolor, mientras saltaban por todos lados confusas, de repente pasó algo inesperado, una de ellas dio un zarpazo arrancando de cuajo de la pared, un pivote rojo, al hacerlo el sistema anti-incendios se activo, y todos los dispersores de agua del supermercado se activaron a la vez, haciendo el seguro refugio de estirgas, una verdadera trampa mortal, en la cual no podían estar, ni tampoco salir, algunas de las estirgas comenzaron a huir bajo la lluvia, derritiéndose bajo el tacto del agua a paso, muriéndose enseguida en un charco deforme y repugnante, otras buscaron refugio en el interior, bajo alguna mesa o inesperado refugio, pero había tan pocos refugios para tantas estirgas, que entre ellas comenzaron a atacarse, matándose unas a otras a zarpazos y mordiscos, mientras luchaban bajo la corrosiva agua, buscando sobrevivir desesperadamente. Cuando todo se hubo calmado entre en el interior del gran supermercado, confiada por la protección de los dispersores de agua del techo, cogí un carrito, y comencé a avituallarme en las estanterías del supermercado, el cual no había sido pisado por un cliente en muchos años, pude coger, pasta, arroz, vino, etc, algo de calzado y ropa y material útil para mi casa, como herramientas y objetos tales como bombillas y baterías, bajo la atenta mirada de las estirgas supervivientes que me acechaban desde los escasos refugios que el supermercado ofrecía al agua, tras veinte minutos por el supermercado, ya había cogido todo lo que podía necesitar, así que me marché, pero me esperaba una terrible sorpresa mi regreso, algo que no había podido esperar; al regresar a mi coche vi que dentro de él había una estirga, una de esas malditas bestias se había metido en el atravesando al luna del coche, y ahora se estaba entreteniendo arrancando con violencia el volante del todo-terreno, para luego lanzarlo fuera del coche, yo me quedé aterrada, los ojos deformes de esa cosa se cruzaron con los míos, mientras que noté como todo el mundo se caía a mis pies, grité con rabia, y sin dudarlo disparé mi fusil de agua contra ese maldito intruso, la corpulenta estirga gruñó con rabia, mientras que el potente chorro de agua de mi fusil le atravesaba el pecho, confusa y dolorida se avalanzó contra mi, pero la lluvia de fuera la mojó con fuerza, el dolor la hizo dudar, confusa buscó donde huir, pero era tarde, cayó al suelo, convirtiéndose rápidamente en un charco de putrefacta materia purulenta. Había derrotado a la estirga, pero ella había destruido mi única forma de huir de allí, estaba condenada a quedarme en Palma, atrapada y sin salida, entonces fue cuando lo noté, la lluvia comenzaba a amainar, tragué saliva, recogí del coche y de mi carrito lo más importante para sobrevivir y me fuí de allí lo antes posible, busqué un lugar donde esconderme entre las casas cercanas, bueno entre esas ruinas llenas de estirgas, las cuales estaban en todos los malditos lados, por fin encontré un lugar donde guarecerme, este desde el cual escribo ahora, una sucia habitación de una casa ruinosa, la lluvia cedió, y el sol comenzó a brillar con fuerza, secando todo el agua en apenas una hora, entonces fue cuando todo se complicó, las estirgas supervivientes del carrefour, surgieron del gran supermercado, totalmente enloquecidas de rencor y venganza, aullaban con todas sus fuerzas, un aullido endemoniado, respondido por todas las demás estirgas, que acudieron hacia ellas, de repente grupos de centenares de estirgas empezaron a recorrer la zona, buscándome, cegadas por la venganza, por suerte he cubierto mi rastro con lejía, y donde me escondo es un lugar por el cual hay muchos charcos, que hacen que esas cosas se lo piensen antes de venir hasta aquí, he pasado la noche aquí, durmiendo rodeada por esas cosas, no me he atrevido a salir de aquí, sabía que esas cosas dormían, pero estaba agotada, además no me fiaba y tampoco tenía a donde ir, necesitaba ordenar mis pensamientos, y por la noche he podido descansar algo.
Al amanecer, las estirgas seguían deambulando por la zona, pero ya eran muchas menos, y además estaban más tranquilas, como si hubieran olvidado lo de ayer, solo quedaba como una docena de estirgas, que seguían aullando, mientras sus compañeras parecían no hacerles caso, aunque estaban vigilantes y alertas.
Dentro de unas horas la noche caerá, entonces tal vez intente huir, tengo un plan, ojala que funcione.

miércoles, 27 de julio de 2011

tormenta de verano.

Hace muchos meses que no escribo este blog, me gustaría decir que he vivido miles de cosas emocionantes, que ya no estoy sola en mi faro, que he encontrado supervivientes, o que las estirgas se han evaporado, pero no, todo sigue igual, la rutina de mi vida no se rompe de ninguna de las maneras, sigo sola con mi perra, la cual esta totalmente recuperada, y mi esquivo gato, el cual continua viniendo y yéndose a su antojo de mi faro, ninguna señal de ninguna persona viva, estoy tan sola como siempre.
Ahora mismo veo como el sol que comienza a ponerse, las estirgas pronto desaparecerán huyendo a sus miserables cubiles, yo revisaré mis trampas y todo estará hecho por hoy, en mi aburrida rutina.
Repaso lo que he escrito en mi blog, y leo asombrada mis ganas de irme a Palma, la verdad es que esa idea la desprecie hace tiempo, por cobardía no lo voy a negar, y porque encontré algo más de comida, además con Brufa sanada, no sé, me dieron ganas de estar más con ella, y luego me acomodé...., miro al horizonte y veo nubes de tormenta, suspiro, una tormenta, eso es lo que yo desearía, una buena tormenta de verano para no volver a esas cosas por lo menos durante un día entero..., una brisa fresca mece mi pelo, me relaja, de repente escucho el estruendo de un trueno, abro los ojos y veo como un rayo, un rayo muy potente..., hacia años que no veía uno así, respiro el aire, y notó que la brisa se vuelve más fuerte, mientras un aroma a ozono me inunda... Subitamente veo a las estirgas gritar, un grito extraño, como los animales de los documentales cuando ven un peligro, las estirgas comenzaron a huir súbitamente, esto solo lo había visto hacer un par de veces, un extraño espectáculo que hacen las estirgas cuando presienten una tormenta repentina, en menos de un minuto no quedaba ni rastro de ellas, como si jamás hubieran existido, suspiré, deseando con toda mi alma que ojala ese deseo se cumpliese, y no volver a ver a ninguna de esas cosas nunca más en toda la vida.
De repente oigo el sonido de la lluvia, gotas furtivas y lejanas, que surgen de los oscuros corazones de las nubes, las cuales parecen llorar por toda la miseria en que se ha convertido el mundo, salgo afuera, dejo que la tenue lluvia me roce la piel, es una sensación maravillosa, de repente noto que estoy sonriendo, hacia tanto que no sonreía, la lluvia parece que limpia mi alma, mientras el olor de la tierra seca, la cual se esta mojando me llena, transportándome al olvidado reino de la felicidad..., abro mis ojos, y veo a mi alrededor, ojala el mundo fuera así, ojala siempre lloviera...
La lluvia es cada vez más fuerte, me refugio en el interior del faro, y me cambio de ropa, luego tomó un te calentito, mientras miro por la ventana la lluvia caer, mientras la noche cae y su brisa fría me roza tanto el cuerpo como el alma, y entonces se forma en mi mente un plan, el plan de ir hasta Palma, tengo que ir hasta allí, si, necesito viveres, necesito utensilios, y sobretodo necesito arriesgarme, y más ahora que siento que tengo nada que perder..., sino lo hago dudo que mi cordura pueda resistir durante mucho más tiempo...

viernes, 15 de abril de 2011

Aniversario.

Hace unos minutos han sido las doce de la noche, hoy la luna esta preciosa, brilla con una maravillosa aura plateada en este cielo despejado; y aquí estoy yo, sola en mi terraza, con un pequeño pastel en el cual hay una pequeña vela cuya llama palpita entre las sombras, como si fuera un pequeño y dorado corazón de luz; hoy es 16 de abril, el cumpleaños de Francisco, mi amor, mi pequeño Coco como yo siempre le llamaba cuando estábamos a solas; me he traído mi portátil a esta pequeña y triste fiesta improvisada para oír una canción que le gustaba mucho, http://www.youtube.com/watch?v=vx2u5uUu3DE , Bon Jovi - it's my life, y como me siento tan sola, aprovecho para escribirle esta pequeña nota, no sé, cuando escribo lo siento cerca de mi..., necesito hablar con alguien, aunque sea conmigo misma..., a él siempre le gusto y mucho este tipo de música, yo siempre he sido de baladas y canciones románticas, pero el no, siempre le gustaba la música más movida y bailable..., eramos tan diferentes, el alto, corpulento, de ojos claros, rubio y atrevido; yo bajita, ojos negros, morena y tímida; diferentes totalmente, pero unidos por un gran amor.
Hoy al atardecer he ido hasta su tumba, he pegado en su lápida otro poema, y luego he llorado, no por que le añore, sino por que le envidio, el fue de los primeros en morir en esta locura, el no tuvo que ver en lo que se ha convertido este mundo, si ahora apareciera no reconocería para nada lo que ahora es el mundo.
Leo en su lápida, "nunca te olvidaremos", y sonrió, ya no queda nadie para recordar, solo yo, el mundo es ahora   aquello que yo recuerdo, ¿qué pasara cuando me muera?, ¿de toda la humanidad que quedara?, ¿ruinas?, ¿lápidas?, ¿o tal vez vacío?, vacío, si, eso es todo lo que queda, tanto fuera como dentro de mi.
Miro la vela, y el pastel que he preparado hoy con un poco de harina en mi horno eléctrico, tiene una pinta bastante mala, pero es el único pastel del mundo, así que creo que no seré muy exigente..., cierro los ojos, suspiro su nombre, y pienso en el deseo que el tendría si estuviera a mi lado, que todo esto fuera mentira, una pesadilla, y al abrir los ojos recuperar mi vida, soplo la vela notando la bocada de humo al apagarse, abro los ojos suplicando que mi deseo se cumpla, pero no es así, sigo sola, siempre sola, comienzo a comer la tarta de cumpleaños, su sabor no es tan malo como yo esperaba, sonrío mirando la luna, dibujando en sus cráteres una cara esquelética y pálida, una cara que ojala me hablara, solo deseo eso, hablar con alguien, siento que la soledad me esta volviendo loca, me ahogo en ella, pero ya no tengo ganas de luchar contra ella, dejo que me devore, ya he perdido toda esperanza de vencerla.

jueves, 7 de abril de 2011

Sin ti no soy nada.

Hace muchos días que no escribo en mi blog, es normal, pocas novedades ha habido en mi vida, por no decir que ninguna; estoy por el día en mi faro, cuidando a Brufa, la cual se ha recuperado muchísimo, ahora ya corre y todo, sigue cojeando de la pata izquierda trasera, pero en comparación a cuando me la encontré más muerta que viva, para mi ha sido como una resurrección, y la verdad es que me siento muy feliz de verla junto a mi, jugando a tirarle la pelota, durmiendo a mi lado por las noches, sé que no es una persona, y que ella no podrá hablar, pero mi perra es una parte fundamental de mi existencia, ahora es el único ser vivo al cual puedo abrazar, el cual al hacerlo me mira a los ojos, como comprendiendo mi enorme tristeza interior, como si alguien pudiera entender este sentimiento de vacío que late en mi interior, no sé, ojala alguien pudiera entenderme, incluso antes de esto cataclismo, siempre me sentí perdida, como aislada de todo el mundo, sin saber muy bien cual era el sentido de mi existencia, la cual era tan gris…
Pero eso cambio cuando le conocí a el, a mi amor, a Fernando, desde el día que le conocí todo cambio en mi vida, aun recuerdo como le conocí, fue por un accidente de coche, iba conduciendo tranquilamente, escuchando una canción de Amaral, “moriría por vos”, cuando el coche de un alemán se saltó un stop y me dio de lleno, mi coche recibió un impacto terrible, saliéndose del carril y yendo varios metros por encima de la acera, a pesar del golpe no me hice mucho, y pude salir por mi propio pie del coche, nada más salir, me encontré con un alemán borracho que gritaba y me amenazaba, paé mucho miedo, creí que aquel enorme hombre borracho de casi dos metros iba a golpearme, estaba como enloquecido; por suerte había un bar cerca, y mucha gente vino a defenderme mientras llamaba a la policía, en pocos minutos llegó el coche patrulla, recuerdo cuando lo vi por primera vez, bajando del coche patrulla junto a su compañero, allí se había montado una gorda, la gente no paraba de gritarse insultos en alemán, se iba a montar una verdadera batalla campal, Fernando y su compañero rápidamente redujeron al alemán, y lo metieron en el coche patrulla, en el cual no paraba de gritar, y dar patadas a todas partes.
            -¿Estás bien?,- me preguntó él.
            Esa pregunta fueron sus primeras palabras, lo primero que oí de sus labios, en aquel momento ni me fije en él, estaba demasiado confundida y aturdida, solo deseaba que todo aquello acabase, recuerdo que pensaba que aquello no podía ser real, que debía ser una pesadilla, me pidió los papeles del coche, mientras el compañero hacia fotos para el atestado, tras el papeleo llamé a mi hermana, no hemos tenido ella y yo una buena relación jamás, pero sabíamos que en esos casos siempre nos ayudaríamos, en pocos minutos llegó ella, al mismo tiempo que la grúa, la cual venía para llevarse de allí a los dos coches, yo estaba sentada en una pequeña mesita de un bar, bebiendo a sorbos una tila caliente, intentando ordenar mis pensamientos.
            -¿Qué has hecho?,- me preguntó ella con tono despectivo, dando por sentado que la culpable de todo aquello había sido yo.
            -Nada,- suspiré yo mientras daba otro trago de tila tibia.
            -¿Deseas que te lleve al hospital?,- preguntó ella con fingida preocupación.
            -Sí, no me encuentro muy bien…
            Mi hermana me llevó al hospital, en todo el camino ni nos hablamos, como siempre hacíamos, ya desde pequeñas nos había costado mantener una conversación sin reproches, los cuales terminaban en insultos y peleas, así que habíamos aprendido a mantener las distancias en nuestro silencio táctico, conscientes de que nuestra paz se mantenía por ese fino velo de silencio.
            En el hospital me dijeron que no tenía nada, las radiografías salían limpias, aunque me recomendaron quedarme en casa unos días, yo obedecí, recuerdo cuando llegue a mi casa, dos horas después de ese accidente, el silencio de mi lecho, los nervios de aquel día, miraba a la oscuridad, y me preguntaba si aquello era real, o una fantasía, solo deseaba dormir, cerrar los ojos y huir de ese mundo, que fuera ayer, y poder evitar ese accidente, si, que no pasara por aquella calle, que no decidiera ir a visitar a unos amigos aquella noche…, cerré los ojos, recordando el impacto de mi coche, los ecos de los gritos de aquel alemán borracho, todo se derrumbaba en mi mente mientras caía en el sueño reparador.

Que lejano quedaba ese día ahora, hoy he escuchado esa canción como mil veces, es el único recuerdo que me queda, la única huella que mantiene viva ese recuerdo, http://www.youtube.com/watch?v=1K_u9EvxNwY palabras que ahora, en estos momentos de mi existencia, tienen mil veces más significado, ya que esta canción narra mi realidad.
Como habían cambiado las cosas desde la noche del accidente…, ahora nadie quedaba, todos estaban muertos, o peor, convertidos en esos monstruos, vagando sin rumbo, convertidos en criaturas formadas por miles de pedazos desordenados de animal, sobre una anatomía humana, siempre hambrientos de energía viva, huyendo del agua…, el mundo se había convertido en una locura, y yo soy la única que queda, vagando entre sus ruinas.

domingo, 27 de marzo de 2011

La manada perdida.

Hay días que no son para repetir, y no tengo dudas de que este ha sido uno de ellos; ¿pMi cuentaor donde empezar?, tal vez empezaré por Brufa, mi doberman está mucho mejor, es una perra muy fuerte, y la infección parece estar cediendo, todavía sigue demasiado débil como para poder caminar, pero por lo menos mientras esta despierta, no gime de dolor; yo ya estoy casi totalmente recuperada de mis heridas, y me he pasado todo el día en mi aburrida rutina casera, escuchando música y ordenando mi hogar, aunque alguna que otra vez, subo arriba del faro, y con mi fusil de vista telescópica, busco a ese maldito mastín, pero no lo encuentro, solo veo estirgas, las cuales están al sol, dándose con calma sus reponedores baños solares, tengo la tentación de dispararles, desde allí podría acertarles con un preciso disparo en sus deformes cabezas o corazones, pero soy consciente de que eso sería desperdiciar munición, por muy preciso que fuese mi disparo, no lograría acabar con ellas a tiros...
Al atardecer, las estirgas se han retirado a sus cubiles, con su paso lento y torpe, cuando me he sentido segura he salido de mi guarida, cargada con mi fusil de agua y mi pistola, he sumido la pequeña cuesta con tranquilidad, pensando en que cebos debería ir a visitar, cuando de repente, de entre unos espesos arbustos, el mastín a aparecido, emergiendo de su escondite con furia, mientras lanzaba rabiosos gruñidos, asustada he comenzado a correr cuesta abajo, sintiendo como ese perro me perseguía con sus fauces listas para atacarme, he intentado disparar mientras corría desesperada, pero de reojo no podía verlo, el tiro a volado hacia la nada, dejando solo un sonoro estruendo, el cual deseaba que pudiera asustarlo, pero no era así, parecía darle nuevas fuerzas a mi oponente, he corrido atravesando la fina lluvia de los dispersores, notando como el aliento cálido y corrupto de ese mastín estaba en mi pierna derecha, noté como dio una dentellada al aire, la cual por suerte logré esquivar, o por que el mastín resbaló un poco en el suelo mojado, no lo sé, sólo se que tuve suerte, muchísima suerte, rápidamente abrí la puerta del faro, y me oculté tras ella, justo a tiempo para ver como ese perro cargaba contra mi verja con todo su peso, haciéndola temblar con energía, yo retrocedí dando un débil grito, mientras veía como aquel terrible y sucio mastín mordía con energía los barrotes de la verja, los cuales rechinaban, como quejándose bajo sus afilados colmillos.
Fue entonces cuando me percaté, y cuando me di cuenta que ese mastín estaba muy delgado, parecía que era solo piel, huesos y ojos, todo cubierto de heridas infectadas, y aquellos ojos, eran ojos llenos de dolor y pena, lo sé muy bien, así son mis ojos cada vez que los miro en un espejo.
Me acerqué al perro, con la pistola desenfundada, el mastín no huía, sabía que aquello era una pistola, que estaba indefenso a su disparo, pero el proseguía, es más a cada paso que yo daba, mordía con menos y menos fuerza, como si no fuese capaz de mantener por mucho más tiempo la mentira de su fiereza, mientras que bajo la luz del ocaso observaba su demacrado aspecto, seguro que ese mastín tuvo que ser de juventud un perro temible, un lider de una gran manada, pero ahora, no era nada más que un perro viejo, muerto de hambre, corrompido por heridas y enfermedades, y sobretodo solo, yo le había matado a su amigo, a su compañero, ahora no tenía a nadie, solo me tenía a mi, para robarme mi comida, para temerme, para darle muerte..., si estaba segura que venía para eso, para que acabara con él, coloqué el cañón de mi arma en su frente, y el enorme mastín se quedó totalmente quieto, me miró a los ojos con pena, mi mano estaba al alcance de sus fauces, pero no se movía, es más, por la expresión de su rostro, creo que recordaba, si estoy seguro que recordaba su mejor recuerdo, su mente no estaba allí, en medio de todo aquel dolor; yo apreté lentamente el gatillo con lágrimas en los ojos, mientras aquel enorme mastín me dedicaba su última mirada, una mirada de felicidad y de calma, un disparo resonó por todo el faro, el mastín calló muerto su esquelético cuerpo se derrumbó, expirando sin dolor.
Luego recogí su cuerpo envolviéndolo en una sabana, el mastín estaba tan demacrado que casi no pesaba, y lo lancé al mar, junto unas pequeñas flores salvajes, y una improvisada plegaria de mis labios, y en el fondo he sentido envidia de ese perro, ya que no ha muerto solo, no como yo, que moriré sola, sin unas flores en mi lecho, sin una plegaria, sin nadie que me añore...

miércoles, 23 de marzo de 2011

La caza.

               Hace una semana que Brufa ha vuelto, mi perra está mal, muy mal, las heridas no se cierran, es más parecen complicarse de día en día, hago todo lo que puedo, pero es imposible, he pensado hasta en sacrificarla para que deje de sufrir, pero no soy capaz, es mi perra, es todo lo que tengo en este mundo, si ella se muriese seria como si mi corazón también se muriese..., así que lucho por ella, intentando por todos los medios que mi amiga no se muera.
               Me he atrevido a salir varias veces del faro al atardecer, para poner algunos trampas, y así tener algo de comer, todavía me resiento mucho de las heridas que he sufrido, pero puedo caminar y me defiendo bastante bien, siempre que no deba esforzarme mucho, cada atardecer cuando reviso mis trampas para liebres, veo que en algunos mi presa ha sido arrancada del cebo, o devorada quedando solamente una mata de pelo inútil, no tengo duda de que ha sido ese enorme mastín, si, ese enorme perro se esta comiendo mis liebres, debe rondar la zona poco antes de que yo lo haga, para poder robarme sin encontrarse con las estirgas que deambulan por la zona, así que debe estar cerca, por lo que siempre llevo mi pistola preparada, esperando a verlo surgir de detrás de algún matorral, o de alguna sombra, como si fuese el monstruo de un cuento infantil, pero esta Caperucita no es una niña indefensa, llevo siempre a mano mi pistola, lista para desenfundarlo y acabar con esa alimaña de una vez por todas, por el momento, ha habido noches en que la luna llena a brillado mucho, dando bastante luz como para tener una buena visión, pero cuando empiece a menguar la cosa puede complicarse, siéndole entonces más fácil a esa alimaña acercarseme y atacarme.
                Por el momento ese perro y yo no nos hemos cruzado, pero sé que el esta cerca, no sé que planea, pero seguro que no será nada bueno.
               Regreso al faro, solo llevo una liebre pulgosa, esa será todo lo que tendremos para comer Brufa y yo, ojala que pronto llueva, y así pueda acercarme a la ciudad, para avituallar el faro.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Aullidos.

Esta mañana me he despertado otra vez sudorosa y confusa, acababa de tener otra terrible pesadilla, en ella una manada de lobos me perseguía a través de un bosque, corrían tras de mi, yo casi no los veía, pero sabia que estaban en todos los lados, sentía sus aullidos, sus miradas sanguinarias, ocultos tras la maleza y las sombras, listos a atacarme.
Confusa miré a mi alrededor, era de noche, pero la luna brillaba dándole todo una luz mortecina y espectral, estaba sola en mi cuarto, mezclando todavía en mi mente febril las imágenes y sensaciones del mundo real y onírico, cuando me di cuenta de que esos aullidos eran reales, en el exterior de mi casa algo aullaba, miré rápidamente por la ventana y vi a Brufa tirada en el suelo, estaba aullando en la verja de la entrada del faro, mojada por los chorros de agua salada del faro, corrí hacia ella con inexplicables fuerzas, que no recordaba ya poseer, mientras oía los aullidos de mi fiel doberman, aullidos de dolor y pena, abrí las puertas de la verja, y recogí a Brufa entre mis brazos con lágrimas en los ojos, mi pobre cachorrita, la cual estaba cubierta de heridas infectadas, y de otras por las cuales asomaban gusanos, al recogerla la perra dio un gruñido de dolor y satisfacción, como si a pesar de todo el dolor que padecía, el estar entre mis brazos fuese capaz de sanarla.
         Entonces fue cuando lo vi, el enorme mastín que nos atacó estaba allí, podía ver claramente su silueta recortada entre las sombras de la noche, gruñendo con fiereza, como los lobos de mi reciente pesadilla, yo caminé despacio hacia el faro, sabiendo que estaba siendo observada por aquella fiera, y que estaba totalmente desarmada, era imposible que yo acabara con aquella alimaña.
         Retrocedí hasta la seguridad de mi verja, y una vez allí, la cerré con rapidez, vigilando recelosa aquel perro salvaje, el cual no se había movido, como esperando algo, una voz, una ocasión, una oportunidad para matarlas…, o tan solo estaba allí para asustarlas, para demostrarles que podía jugar con ellas.
         Yo llevé a Brufa al interior del faro, la coloqué encima de la mesa del comedor, y bajo la luz de la lámpara vi claramente su cuerpo, la pobre perra estaba en los huesos, ella era todo pellejo y ojos, cubierta de heridas infectadas, repletas de pus y gusanos, me he pasado toda la noche limpiando las heridas y curando a mi amiga, no sé mucho de veterinaria, pero la he curado domo mejor he podido, tras horas sanándola, he preparado algo de comida con mis escasos víveres, poco mas que huesos sin casi carne, pero para la hambrienta Brufa ha sido todo un manjar, tras el cual se ha quedado dormida, totalmente agotada.
Yo he subido a lo más alto del faro, tengo un rifle de mira telescópica, y me he decidido ha acabar con ese maldito mastín, por mi seguridad, y para vengar a mi perra, la cual esta en las puertas de la muerte, pero por más que lo he buscado, no estaba, parece que ha huido, pero algo me dice que estará cerca, muy cerca, acechándonos.


martes, 15 de marzo de 2011

La fiebre.

Llevo toda una semana atiborrándome a antibióticos y analgésicos caducados, me duele todo, pero no tengo a nadie, así que debo ir cojeando cada día para prepararme algo de comida, o para asearme o curarme, las heridas ya están mucho mejor, parece que el pus se ha ido, pero creo que debo tener una infección y bien gorda, tengo una fiebre altísima, he intentado todo para bajarla, pero es imposible, duchas, medicamentos, sudar bajo una gruesa capa de mantas..., pero todo lo que hago no sirve para nada, por la mañana la fiebre me baja un poco, y puedo hacer algo, ocuparme de mis defensas, mirar mi casi vacía despensa, oír algo de música.., pero a la noche un terrible dolor en todas mis articulaciones me golpea, luego comienza un terrible dolor de cabeza, y me es imposible hasta caminar, debo pasarme toda la noche en la cama, sudando a mares, y teniendo terribles pesadillas, nunca en mi vida había tenido pesadillas como esas, en ellas veo a Brufa cazada por la garra de una estirga, asesinada ante mis ojos, sin que pueda hacer nada; veo a mi novio, el cual se ríe de mi, y me abandona en mitad de la oscuridad, en otros veo a las estirgas entrando en mi cuarto, para luego ser despedazada con un centenar de zarpas, picos y extremidades deformes..., pero esas no son las peores pesadillas, las peores pesadillas son aquellas en que recuerdo ciertos momentos reales de mi vida, son tan reales, jamás había tenido pesadillas como esas, es como volver a repetir los peores momentos de tu vida una y otra vez, condenada a estar como en una tortura..., sobretodo se repite la pesadilla de cuando fui a mi casa, y vi el cadáver de mi novio, el fue uno de los primeros en ser asesinado por una estirga, en aquella noche de pesadilla, aquella cosa entró en nuestra casa, se lo encontró y lo asesinó sin dudarlo, ojala el hubiera tenido su pistola aquella noche, pero yo me la había llevado..., lo peor fue que de repente su cuerpo inerte empezó a temblar, sus ojos se abrieron, pero eran los ojos de un cadáver, y comenzó a arrastrarse por el suelo hacia mi, mientras murmuraba unos extraños suspiros, retrocedí hacia la puerta, aterrorizada, entonces ví que justo en el umbral, bloqueándome toda salida había otra de esas cosas, sonriéndome con su cara deforme, en la cual podía reconocer las facciones de mi propia hermana.
En ese instante me despierto, el horror de ese instante, todavía me hace gritar, y me despierto en la noche, sola y sudorosa, suplicando no volver a tener ese sueño, cualquier cosa menos ese recuerdo, el cual parece que estoy condenada a revivir cada día, como si no fuese suficiente dura mi existencia...
Ahora iré a descansar, estoy agotada y hambrienta, ojala mañana reúna fuerzas para poder caminar un poco, y salir de aquí, ya que sino, poco importará la infección, por que me moriré de hambre.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Heridas y muerte.

Me duele todo, no sé ni como soy capaz de teclear estas palabras, cada vez que pulso una tecla una punzada de dolor me recorre todo el cuerpo, pero prefiero escribir, si, por lo menos no estaré en mi cama, mirándome las heridas, volviéndome loca, mientras me paso los minutos drogándome a base de analgésicos y antibióticos caducados.
No sé como estoy viva, pero ha faltado poco para morir, muy poco.
Os preguntareis qué me ha pasado, pues os lo contaré, hace dos días cuando empezaba a oscurecer, he decidido como siempre revisar mis trampas y las cañas que tengo repartidas por el puerto, a ver si con algo de suerte había podido pillar algo para llenar mi precaria nevera, salí tranquilamente de mi faro, observando como siempre a las estirgas que buscaban algún sitio para ocultarse, y pasar la noche, primero miré los cebos cercanos al faro, y tuve suerte, en dos de ellos habían caído una liebre respectivamente, un buen botín, con mis dos presas guardadas en mi zurrón, bajé hasta el puerto, caminando tranquilamente por el paseo de Cala Gat hasta el rompeolas, mirando el cielo rojizo de ese hermoso atardecer; cuando llegue al rompeolas vi que en una de mis cañas había picado un pez bastante grande, una buena pieza, la cual pensaba en cocinar nada más llegara a casa, despreocupada me preparé a irme del rompeolas, cuando de repente, justo a la salida del rompeolas, contemplé que había dos perros salvajes, los cuales me cerraban el camino, y me miraban con cara de pocos amigos, gruñéndome con rabia, yo tragué saliva, seguro que esos dos perros salvajes habían seguido el olor de mis dos liebres, un aroma irresistiblemente para ese par de perros salvajes y hambrientos, en ese instante una de las farolas del puerto comenzó a brillar débilmente, mostrando a los perros de los cuales solo veía hasta entonces sus siluetas, eran un pastor alemán y un mastín enorme , ambos perros tenían un aspecto muy demacrado por el hambre, pero el pastor alemán se notaba que era mucho más joven, y el líder de esa pequeña manada; el pastor alemán hizo un extraño movimiento, tras el cual se lanzó a la carrera contra mi, seguido de cerca por el viejo e imponente mastín, yo sin dudarlo desenfundé mi pistola, y disparé una salva de tres disparos, los cuales impactaron en el pastor alemán, los dos primeros tiros le acertaron en la pata derecha, pero el can siguió cojeando la carrera a pesar de las heridas, pero la tercera bala le dio de lleno en la cabeza, dejándolo muerto; el mastín prosiguió su carga ajeno a la muerte de su compañero, y del peligro de mi arma, seguramente era tan grande su hambre, que ahora solo le importaba saciar su apetito, yo le apunté, pero ya era tarde, esa enorme fiera se abalanzó sobre mi, arrojándome por el suelo, mientras me mordía con rabia el antebrazo derecho, haciéndome soltar el arma, mientras yo le golpeaba con la zurda, intentando zafarme de su dolorosa mordida, súbitamente el perro intentó morderme el cuello, por poco evadí la mortal dentellada, pero sin perder ni un segundo, se lanzó a morderme el brazo y antebrazo izquierdo, cegado seguramente por el sabor de mi sangre, noté como esa bestia rasgaba mi carne, mientras mi sangre caía por su garganta maloliente, notaba como esa bestia estaba fuera de si totalmente, juntando todas mis fuerzas logré incorporarme un poco, en esos segundos los cuales parecían siglos, en ese momento mi mente no sabía que hacer, y me veía muerta por ese perro, cuando de repente, de entre las sombras Brufa apareció, mi perra saltó al lomo de aquel mastín que era mucho más grande que ella, y comenzó a morderle con fuerza el lomo, el perro gruñó y se preparó para hacer frente a ese inesperado rival, yo me zafé entonces viendo como ambos perros luchaban a muerte entre si, en una especie de bola de piel, dientes y gruñidos, la cual giraba enloquecida sobre si misma; yo cogí la pistola del suelo, en ese instante vi mi sangre, estaba cubierta por ella, y tenía el cuerpo lleno de multitud de heridas, las cuales en ese momento no me dolían, el mastín lanzó a Brufa con fuerza, se notaba que ese perro estaba muy acostumbrado a pelear, no como mi pobre doberman, yo apunté en ese instante al mastín, y disparé el perro recibió un balazo en su abdomen, el cual le hizo dar un gruñido doloroso, a pesar de todo cargó de nuevo contra mi, intenté disparar pero las balas del cargador se habían acabado, sin poder hacer nada, noté como de nuevo el mastín se abalanzaba sobre mi, el peso de sus patas cayó sobre mi como una losa, tirándome de nuevo al suelo, perdiendo la conciencia, y cayendo en la oscuridad.
Cuando por fin me desperté, estaba tirada en el suelo, con la ropa hecha jirones y cubierta de sangre, estaba totalmente dolorida, tenía todo el cuerpo cubierto de heridas, y muchas de ellas de mal aspecto, a mi lado estaba Brufa, con su cabecita sobre mi abdomen, vigilándome y cuidándome, la acaricie y mi niña puso un gesto tierno en su cara, mientras gimoteaba de dolor, miré la palma de mi mano, y estaba cubierta de sangre, me incorporé y vi que Brufa estaba cubierta de heridas, mucho más feas que las mías, la pobre se había sacrificado peleando contra ese mastín, miré a mi alrededor, ese enorme perro se había ido, allí solo quedábamos Brufa, yo y el cadáver del pastor alemán, en ese instante vi que la luz de la farola se apagaba, eso significaba que la célula fotosensible que la controlaba, detectaba luz solar, y que pronto amanecería.
Empecé a incorporarme del suelo, estaba muy dolorida, súbitamente una estirga surgió de una casa en ruinas, la estirga marchaba con paso lento, mirando al este, como si así animara al sol a salir, pero de repente giró su horrible y deforme cabeza, mirándome directamente a mi, de sus horribles fauces surgió una especie de graznido, el cual fue respondido por mil más, mientras que las horribles estirgas comenzaban a surgir por todas partes, marchando con paso lento hacia el rompeolas, cortándome mi única salida, mientras la primera estirga las esperaba, cerrándome el paso.
Pensé en que solo había una forma de salvarse, cogí a Brufa, la escondí detrás de unos tablones y cascotes, y le pedí que no se moviera, aunque con aquellas heridas le sería imposible, esas estirgas me querían a mi, y de la misma forma que ella se había sacrificado por mi, yo lo haría por ella.
Cojeando me acerqué a la estirga que me cerraba el paso, y cuando estaba al alcance de mi fusil de agua, le disparé un certero chorro, ese monstruo dio un alarido que retumbó por todo el pueblo como un cañonazo, tras el cual comenzó a correr detrás mía, mientras el resto de estirgas, como si una nueva energía las animara, empezaron a perseguirme a gran velocidad, llenando el rompeolas en solo cuestión de segundos, yo corría por el rompeolas, tragándome el dolor que sentía al dar cada zancada, mientras de reojo contemplaba como una marabunta de estirgas me perseguía, yo disparaba con el fusil de agua hacía atrás, haciendo con mis chorros de agua, enlentecerlas, pero también que estuviesen cada vez más furiosas y concentradas en mi, llegué al final del rompeolas, estaba rodeada, solo quedaba una salida, saltar al agua, me dejé caer, el agua estaba helada, y me escocía muchísimo la sal en las heridas, al principio intenté mal flotar, pero me costaba mucho, los brazos me dolían a rabiar, y a cada brazada que daba para avanzar notaba que la corriente me llevaba lejos de la costa del otro lado, donde debía llegar, mientras cientos de estirgas se aglomeraban en el puerto, gritando y amenazándome, ansiando cazarme o verme ahogarme, durante casi unos quince minutos luché brazada a brazada, hasta llegar a la costa, una vez allí caí de rodillas, no podía casi ni respirar del agotamiento y el frío, casi sin poder mantenerme en pie caminé, mirando de reojo el rompeolas repleto de estirgas, las cuales comenzaban a irse para volver a cazarme, sonreí, si se iban era imposible que cazaran a Brufa, caminé hasta una casa cercana y en ruinas, y allí me escondí en el sótano; sentí como aquellas cosas inspeccionaban casa por casa, palmo a palmo, pero por suerte, no decidieron pasar al interior de ese húmedo sótano, en el cual me quedé dormida con mi dolor.
Cuando desperté ya era el ocaso, salí de mi escondite, y vi las estrellas, suspiré satisfecha, lo había conseguido, caminé por las calles vacías, nada había para mi en ellas, excepto dolor, soledad y pasado, llegué al escondite donde dejé a Brufa, pero mi perra ya no estaba allí, solo un charco de su sangre quedaba allí, suspiré y deseé que mi querida amiga estuviera en casa, en el faro el cual brillaba como cada noche...
Caminé hasta casa, tardando en hacer el camino que hago en apenas veinte minutos, más de dos horas, parándome cada poco, luchando por cada paso, deseando llegar a la seguridad de mi hogar.
Cuando llegué a mi faro, lo primero que hice fue llamar a Brufa, pero no estaba, la llamé una y otra vez, pero mi preciosa perrita no estaba, entré en casa, me duché, luego me curé las heridas con gasas, vendas y cremas que cogí en el centro sanitario, y luego me atiborré de pastillas, deseando poder dormir, pensando en Brufa y lo que le debería pasar.
Hoy me he despertado con fiebre, mucha fiebre, he seguido automedicándome, pero nada me quita el dolor, y las heridas tienen cada día más pus y peor aspecto, no sé, no dejo de pensar en Brufa, ahora estoy sola, con mi gato, el cual no hace nada más que dormir al sol, y dejarse acariciar un poco, cuando pensaba que no podía estar más sola, la soledad me golpea de nuevo con mucha más dureza.

domingo, 27 de febrero de 2011

Caminos de lluvia.

Hoy me ha despertado el ruido de la lluvia, he respirado y he olido el inconfundible aroma de la lluvia cuando comienza a mojar la tierra, me he asomado y he visto una fina cortina de lluvia, una suave tormenta que todo lo cubría con un manto gris, el día ideal para dar un paseo.
He cogido mi fusil de agua, y mi revolver, el cual siempre guardo al lado de la foto de mi amado, a fin de cuentas era policía local, y el arma era suya, ojala ese arma hubiera estado con el aquella noche, si, entonces tal vez el estuviera todavía aquí, junto a mi, y no en este faro totalmente sola.
Los días que llovizna no puedo confiarme, en cualquier momento la lluvia puede cesar, y mi vida estaría en peligro, quedándome sola sin la protectora lluvia moriría pronto, mi vida, la cual no creo que le importe a nadie.
He abandonado la seguridad de mi faro, para caminar hasta unos pequeños huertos, que tengo dispersados por algunos terrenos del pueblo, huertos improvisados donde mal planto alguna verdura u hortaliza, la verdad es que no cosecho mucho, pero por lo menos algo de comida obtengo..., como añoro cuando podía ir al supermercado y comprar todo lo que me apeteciese, comida fresca, carne recién fileteada, huevos del día, pasteles..., pero eso ahora son lujos, ahora me siento como una rata, la cual camina entre ruinas, buscando un mendrugo de pan para alimentarse, pero no me voy a engañar, las ratas están mejor que yo, por lo menos no están solas, y tienen más ratas con las cuales convivir, luchar, discutir, ser felices..., yo no tengo nada, soledad, hasta las estirgas hoy parecen haber desaparecido, debe haber tanta humedad en el ambiente que se habrán escondido en los lugares más recónditos posibles.
Mis pequeños huertos estaban bien, la verdad es que desde que las estirgas aparecieron, pocos pájaros y animales se ven, esas cosas han debido matarlos a casi todos, esas alimañas son tan destructivas que arrasan con todo lo que se cruza en su camino.
Después he ido hasta Cala Lliteras, una pequeña y rocosa cala en la cual me gustaba pasear, allí había un pequeño bar, donde me encantaba desayunar, la verdad es que ahora daría lo que fuera por tomar uno de esos desayunos, bajo la luz del sol, notando el sabor de sus dulce confitería, y de sus amargos cafés, mientras tomaba el sol, y cerraba los ojos, dejándome llevar por el ritmo suave de las olas; pero ahora, ese lugar era una ruina, totalmente destrozado, mientras enormes olas de espuma blanca, golpeaban toda aquella cala con violencia, con un rugido el cual parecía desafiar al cielo. Suspiré, buscando en aquel lugar, algo parecido a lo que había en mis recuerdos, pero no quedaba nada; son en esos momentos que envidio a los que han perecido, no tendrán que ver esto, no tendrán que sentir esta enfermiza soledad, no tendrán que cobijarse en recuerdos, y pensar en sueños vacíos, mentiras las cuales me hacen proseguir con mi existencia.
Al anochecer he regresado a mi faro, Brufa me recibió con alegría, miré sus ojos, y desee por una vez solo que una palabra surgiera de sus fauces, aunque solo fuera un hola, tal vez, aun recuerde que se siente al oirlo.

sábado, 19 de febrero de 2011

Tocando bajo la luz de la luna.

La luna llena de esta noche es preciosa, recuerdo que de pequeña le hablaba, y ahora tocó mi guitarra, teniéndola como público junto a las estrellas y a mi fiel perra Brufa,  y bueno, de vez en cuanto a mi gato, le llamo Raspas, pero nunca obedece por su nombre y sólo pasea por el faro, dejándose acariciar cuando se le antoja y desapareciendo a veces incluso semanas, para luego regresar con indiferencia al faro.
            Hoy ha sido otro día rutinario, me he pasado horas escuchando música y terminado de leer mi libro, esperando a que cayera la noche, en el mismo momento que las estirgas comenzaban a marcharse a sus refugios, me he ido a revisar los cepos y lazos que tengo colocados alrededor del faro, y he tenido suerte, habían caído dos liebres, unos animales delgados y llenos de pulgas, pero nutritivos, luego he bajado deprisa hasta el cercano puerto, donde he revisado un par de cañas que tengo para ver si pica algún pez, por suerte habían picado durante el día, el pez se notaba que llevaba muerto algunas horas, y que otros peces habían empezado a comérselo, pero quedaba bastante como para hacer un buen guiso al horno con él, entonces la primera estrella de la noche surgió en el firmamento, ya no tenía nada más que hacer, y allí sólo estaba expuesta a peligros innecesarios, así que he regresado lo más deprisa y silenciosamente posible a mi hogar, guiada por la luz del faro y la luna, las cuales iluminaban mi camino.
La comida que he logrado hoy, junto con la comida que he conseguido en Manacor, hace que tenga la despensa bien llena, ojala que siga así mucho tiempo.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Un buen día.

Hoy me ha despertado lo que es el mejor sonido para mi, desde que la pesadilla comenzó, el sonido de la lluvia, rápidamente miré por la ventana, y si, afuera estaba lloviendo, una buena tormenta, lo cual significaba que hoy las estirgas deberían quedarse en sus cubiles, la oportunidad ideal para mi para poder avituallarme.
            He cogido mis armas, y le permitido a Brufa, mi perra, acompañarme en este viaje, ambas hemos subido a mi todoterreno, y hemos ido a la cercana ciudad de Manacor, durante el viaje no hemos visto a nadie, sólo coches hechos añicos, las estirgas al principio eran muy agresivas, atacaban a todo aquello que olieran o asociaran con los humanos, no en vano, la humanidad entera luchaba contra ellas, pero las estirgas tenían todas las de ganar, ya que ellas estaban dentro de la humanidad, ya que estaban en el interior de todos nosotros, desde el momento de aquella noche, la noche de la muerte, ellas ya habían ganado.
            Siempre que conduzco me pongo a pensar en el pasado, pero sé que no es el momento de hacerlo, es el momento de luchar por la vida, he dejado mi coche en el centro de Manacor, ya que las carreteras secundarias son intransitables, llenas de ruinas y basura; he caminado junto con mi fiel doberman bajo la lluvia, en busca de alguna tienda que no haya saqueado todavía, mientras que yo y mi perra somos acechadas desde los edificios cercanos por las estirgas, las cuales nos observan con mirada ansiosa, gruñendo leves murmullos agudos, como si tramaran entre ellas algo, uno de esos monstruos estiró temerosa su zarpa hacia nosotros, pero al tocar el agua, su mano deforme comenzó a quemarse, como si tocara ácido, así que la retiró rápidamente mientras daba alaridos secos de dolor, esa estirga debía tener muchas ganas de devorarlas si había hecho semejante locura, y era normal, las estirgas no dudaban en morder y absorberle toda la energía a todo ser vivo que se les cruzase en su camino, si, esas cosas se alimentan de nuestra electricidad, eso decían los científicos, pero según algunos otros científicos afirmaban que comían nuestras almas, y eso creo yo, esos monstruos te devoran el alma, arracándotela con la muerte.
            Por fin llegamos a nuestro objetivo, un gran supermercado del centro, en la puerta principal del supermercado había tres estirgas las cuales me miraban desafiantes desde la entrada, las apunté con mi fusil de agua y les disparé un potente chorro de agua, la carne y piel de las tres estirgas comenzó a disolverse y caerse de sus huesos, mientras gritaban dolorosamente, y corrían a esconderse al seco interior de la tienda.
            La entrada estaba limpia, caminé hasta ella, hasta que Brufa comenzó a gruñir, entonces vi desde allí que en el interior de la tienda había unas cinco estirgas más, las cuales me miraban con ansia y rabia, esperando a que entrara al seco interior, entonces fue cuando saqué de mi mochila las “bolas locas”, un juguete infantil, el cual es como una granada de agua, tiré tres de ellas al interior, las estirgas ni se movieron, les preocupaba más mi fusil, que esas bolas de plástico verde, pero de repente los juguetes explotaron como granadas, lanzando agua a todos los lados, las estirgas gritaron y huyeron a protegerse lo más lejos posible del agua que ahora todo lo salpicaba, mientras profundas quemaduras derretían sus monstruosos cuerpos.
            Entramos en la tienda, cuya entrada estaba mojada con una fina capa de agua por las bombas de agua, lo suficiente para hacerla segura, además Brufa, la cual se secó quitándose el agua con violencia, y haciendo una nube de agua, lo cual está bien, toda ayuda es poca; despacio recogí mis “bolas locas” y las cargué con más globos de agua, las lancé de nuevo al azar por encima de los estantes, las granadas explotaron dejando los pasillos mojados con una fina capa de agua, esta vez sólo hubo silencio, ya que el agua no había rozado ninguna de esas cosas; pasé por los pasillos buscando comida, abriéndome camino mojandolo todo con una de esas “bolas locas” o un chorro de mi fusil de agua, pero no había ninguna de esas cosas, todas debían haberse ido o tal vez estaban demasiado bien escondidas; la mayor parte de los alimentos estaban podridos, pero muchas de aquellas latas todavía me servirían como alimento, sin hablar de champús, papel higiénico y un largo etcétera de productos que iba cargando en mi carrito, mientras Brufa estaba a mi lado, siempre vigilante.
            Tras coger todo lo que pude, salí del supermercado y tapé mi pequeño botín con una lona para que no se mojara, pero la lluvia ahora era un débil aguacero, debía darme prisa o pronto no habría charcos que les protegieran.
            Caminé llevando mi carrito cerca del coche, intentando ignorar a las cada vez más numerosas estirgas, las cuales nos miraban con rabia desafiante desde las ventanas y portales, sabían que pronto dejaría de llover, sabían que no faltaba mucho para que pudieran ser libres de nuevo, pero yo no estaría allí.
            Subí todo mi botín a mi todoterreno, y conduje deprisa de vuelta a mi hogar, la lluvia cada vez era más fina, por lo menos las praderas de hierba que rodeaba la carretera, guardarían el agua seguramente durante uno o dos días, haciendo que fueran un lugar impisable para una estirga, pero la carretera era diferente, la negra brea se secaría con los primeros rayos de sol.
            Conduje hasta la puerta del faro, conduciendo por la empinada carretera llena de curvas, de normal no lo hago, ya que tengo miedo que el ruido del motor atraiga a más estirgas a mi faro, no deseo tentar a la suerte.
            Tras dejarlo todo, he vuelto a colocar mi coche en su seguro garaje, y he subido de nuevo hasta mi faro, en el camino he mirado la hora, ya que había demasiada oscuridad, es la hora del ocaso, aunque no pueda verlo por las grises nubes, nada ya debo temer, las estirgas no saldrán después de un día de lluvia, aún así prefiero quedarme en mi faro, segura, organizando mis víveres, ahora ha dejado de llover, miro el reloj, son las 3:00 de la mañana, me he pasado escribiendo un buen rato, mientras oía música, con la compañía de mis mascotas, mirando de reojo de vez en vez la foto de mi amado, es hora de dormir, estoy muy cansada, ojala mañana vuelva a llover mañana.

lunes, 14 de febrero de 2011

Nostalgia.

Otra vez me he despertado sola, mirando el otro lado de mi cama, el cual está totalmente vacío, he pasado mi mano por esa sabana, notando su frío el cual congelaba mi alma y mi corazón, he suspirado, mientras pensaba que ya olvidaba el notar un tacto caliente a mi lado, una sonrisa buscando mi mirada, alguien que te observara al despertarte, con pena me he levantado, y he vuelto a mi realidad, mi solitaria realidad.
             Durante el día hoy limpiado un poco mi hogar, y leyendo un libro de Arturo Pérez Reverte mientras escuchaba música triste, esperando al ocaso, en ese momento las estirgas comenzaron a retirarse lentamente a sus guaridas; al caer el sol yo salí del faro, pasando a través de mis aspersores, notando como una suave lluvia me mojaba débilmente con agua marina, al atravesar mis defensas notaba que entraba en otro mundo, un mundo peligroso, armada con sólo con un revolver y un fusil de agua, cargado de agua marina, caminando sola bajo las luces tristes y rojizas del crepúsculo, mientras bajaba la empinada carretera que lleva al faro, miraba de reojo a las últimas estirgas rezagadas, las cuales me ignoran como siempre, mientras caminan entre los pinos que rodean el bosque como almas errantes.
            Al final del empinado camino que lleva al faro, hay una pequeña mansión y en su cochera, guardado bajo llave tengo un todoterreno escondido, un vehículo grande y fuerte, el cual puedo emplear para hacer grandes distancias, y que me da seguridad por si alguna estirga intentara atacarme.
            Subí a mi coche, y conduje sin problemas, las calles están vacías, las estirgas han destruido todo a su camino, por el día son seres agresivos, al parecer es como si fueran reptiles de sangre fría, y el calor del sol les diera energía y rabia, pero ahora las estigas estaban calmadas, y sólo miraban de reojo, ocultos desde esquinas y ventanas rotas, mirando con impotencia a su coche el cual se alejaba veloz.
            Generalmente sólo salgo a buscar comida, armas, equipamiento o combustible, pero hoy es especial, hoy no busco nada, hoy busco a alguien, a la única persona con la que puedo hablar y más en este día.
            En pocos minutos llegué al cementerio de mi pueblo, aparqué en la entrada y desde mi seguro vehículo comprobé entre las tenebrosas luces del ocaso que no había ninguna estirga cerca, aún así no debía confiarme, bajé empuñando mi fusil de agua, dispuesto a disparar contra cualquiera de esas cosas, y vaciarle todo el agua del cargador encima, si se cruzaban en mi camino.
            En silencio entré en el cementerio, y caminé por el desolado campo santo, hasta la tumba número 72, una vez allí miré la gris tumba, en la cual se leía "Fernando Pérez Pastor, todos te añoramos", acompañado de una foto suya en blanco y negro, pegado sobre el frío mármol blanco, pequeñas hojas de poemas de amor que yo misma he escrito, los cuales están ilegibles por la lluvia o arrancados por el viento; he colocado mi mano sobre su imagen, y el tacto gélido del mármol han hecho que me den escalofríos, mientras pensaba que no podía estar más cerca de él, como lo estaba ahora mismo.
            -Cariño, te añoro, eres lo que más amo, me paso el día pensando en que decirte, y ahora no sé de que hablarte, te amo, eres lo que más añoro lo que más necesito en este mundo vacío, y tu recuerdo lo único que me da luz en este mundo".
            La respuesta de mi amado, su silencio, aun así sonreí, ese era mi hombre, el único que he amado con toda mi alma y corazón, encendí una vela y la coloqué en su tumba tras darle un beso.
            -Feliz San Valentín, te amo.
            Tras pegar sobre su lápida una pequeña hoja con un poema de amor, me fui despacio del cementerio, subí a mi coche, y circulé de nuevo entre las calles cada vez más oscuras de mi pueblo, para dejar de nuevo el coche en su garaje y después regresar a mi faro, pasando entre la nube de agua marina, esa cortina la cual separa mi mundo del de esas cosas..., siendo recibido por mi alegre perro, el único ser vivo que es feliz al verme de nuevo, luego con paso triste he ido a mi cuarto, y allí he llorado mirando la foto de mi amor, he llorado y llorado hasta quedarme agotada, y quedarme dormida, mientras mis lágrimas empapaban mi almohada y mi alma, ese es mi san Valentin.

            

domingo, 13 de febrero de 2011

Rutina.

Hoy me he levantado tarde, como casi todos los días desde que comenzó toda esta maldita pesadilla, es raro el día que me levanto antes del mediodía, pero tampoco tengo ningún motivo para hacerlo antes, las estirgas son criaturas diurnas, nada más que el sol sale por el este, esos monstruos se arrastran de sus angostas guaridas, para luego ir caminando despacio, buscando lugares soleados, y allí quedarse todo el día quieto, mirando el sol, y girándose mientras el sol se desplaza por el cielo, como si fueran unos girasoles infernales y deformes, para cuando comenzaba a ocultarse el sol en el oeste, regresar a paso lento a sus cubiles, en los cuales pasaban toda la noche.
            Miré por la ventana de mi pequeño dormitorio, y allí estaban esas criaturas, distribuidas como estatuas alrededor del faro, y pensar que aquellos seres fueron humanos, pero ahora poco quedaba de humano en ellos, en esos monstruos inhumanos que se mezclaban extremidades de bestia e insecto, el que hoy estaba más cerca de mi faro, era un monstruo de casi dos metros, con piel verdosa, garras como de oso, en su cara se mezclaban sin orden rasgos de gato, lobo, humano y cerdo, y una espalda cubierta de escamas ásperas, como si fuera una serpiente mudando su piel; inmóvil miraba al mar, al azulado y soleado horizonte; cerca de esa estirga había tres más, las cuales miraban al mismo lado, todas ellas de forma diferente, todas ellas eran como puzzles creados por un loco, que hubiese forzado a entrar unas piezas con otras sin orden ni sentido, pero lo que me importaba no era ver a esos monstruos, ellos siempre estaban allí, lo importante era comprobar que los dispersores de agua seguían funcionando,  las estirgas no soportaban el contacto con el agua, una gota de agua era capaz de quemarles la piel como ácido, el agua era lo único capaz de acabar con esas cosas, o por lo menos de asustarlas y tenerlas lejos de mi hogar, alrededor del faro tengo colocados varios dispersores de agua, los cuales lanzan chorros de agua marina, que forman pequeñas nubes de agua las cuales mantienen alejadas a esas cosas, mientras forman pequeños y radiantes arco iris; por suerte para mi, el faro tenía como una especie de sistema por el cual, el farero tenía en su hogar un grifo del que brotaba agua de mar, supongo que ese grifo debía ser usado en otros tiempos, donde el agua potable era un bien escaso para el farero.
            Paso el día con calma, escuchando música, y cuidando a mi perro y a mi gato, mi única compañía, por el día no puedo hacer nada, o sería presa fácil de esas cosas, así que paso las horas escuchando música y leyendo, simplemente siendo una prisionera, pero cuando comienza a caer el alba, esas criaturas se van, se marchan a sus cubiles caminando despacio, como si en cada paso se les fuera toda la energía, en esas horas es cuando puedo salir de mi faro, para buscar comida, pero hoy no he salido, me he quedado descansando en mi hogar, viendo como las estrellas comenzaban a salir en el firmamento, mañana es un día muy importante.




viernes, 11 de febrero de 2011

Llamando en la oscuridad.

Todo es vacío a mi alrededor, no hay nada en la penumbra de este cuarto, sólo yo y la pantalla mate de este ordenador, ojala hubiera una brizna de viento, la cual pudiera hacer que oyese alguna rama u hoja moverse, ojala hubiera alguna ola que rompiera este pesado silencio, pero no, no lo hay, estoy sola, totalmente sola en este cuarto en mi mundo; tal vez por esto haya comenzado a escribir este blog, desde hace ya muchos años no he visto a ninguna persona, y no creo que haya nadie pueda leer este blog, pero no debo perder la esperanza, si yo he sobrevivido a toda esta pesadilla, ¿por qué no puede haber más supervivientes?, esa es mi única esperanza, lo único que hace que no tome la decisión de salir de este faro, para saltar desde el cercano precipicio y arrojarme a la muerte, a las profundidades de esas aguas negras que lo rodean casi completamente, para morir rápidamente ahogada; pero entonces recapacito, y pienso que así moriré sola, y me niego a eso, ya le he dado demasiados años de mi vida a la soledad, como para darle también mi último aliento, me niego, si he de morir prefiero hacerlo acompañada, aunque sea por un enemigo, si, por esos monstruos, seguro que habría alguno de ellos ahora mismo rondando cerca de su faro, caminando despacio, o mirando a la luna, como lo haría un poeta perdido, sucios monstruos, pero por lo menos moriría luchando contra alguna de esas estirgas, con honor, aunque poco honor haya en rendirse, en ir a buscar la muerte inútil, porque la soledad me haya vencido, no moriría sola, moriría por el veneno de la soledad, y eso es algo a lo que también me niego.
            No queda nadie, todos han sido asesinados por las estirgas, pero Internet sigue funcionando, malamente, pero continua funcionando, supongo que los servidores debían poseer sistemas eléctricos de emergencia, como el faro en que estoy guarecida, el cual posee un sistema de placas solares, el cual me garantiza un buen suministro eléctrico, por lo menos no ha fallado en todos estos años ni una sola vez, y todas las noches el faro ha seguido dando su luz, iluminando en medio de la nada, rasgando con su rayo de luz las sombras de la noche; yo no hago nada, el sistema esta totalmente informatizado, y tiene unos sensores de iluminación diurna, cuando la noche cae, el faro se enciende por si solo, y al alba se apaga igualmente; ahora que lo pienso, tal vez por eso vine a esconderme aquí de las estirgas, para ver si algún superviviente encontraba la luz de mi faro, y así me encontraba a mi, tal vez por eso todavía estoy aquí ahora, delante de esta pantalla, escribiendo y buscando algún superviviente, por favor, dadme una señal, no deseo morir sola y mucho menos vivir sola, aquí os paso las coordenadas de mi posición, de mi faro, 39º 42' N 03º 28' E, venid, o tan solo dadme una señal de vida, os lo suplico, ahora estoy llorando, casi ni veo lo que escribo en la pantalla, será mejor que me vaya a dormir, las lágrimas y la pena es un lujo que no me puedo permitir, todos los días he de luchar, seguir peleando sola, pero tengo esperanza, ojala que todo esto sirva para algo.