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miércoles, 16 de marzo de 2011

Aullidos.

Esta mañana me he despertado otra vez sudorosa y confusa, acababa de tener otra terrible pesadilla, en ella una manada de lobos me perseguía a través de un bosque, corrían tras de mi, yo casi no los veía, pero sabia que estaban en todos los lados, sentía sus aullidos, sus miradas sanguinarias, ocultos tras la maleza y las sombras, listos a atacarme.
Confusa miré a mi alrededor, era de noche, pero la luna brillaba dándole todo una luz mortecina y espectral, estaba sola en mi cuarto, mezclando todavía en mi mente febril las imágenes y sensaciones del mundo real y onírico, cuando me di cuenta de que esos aullidos eran reales, en el exterior de mi casa algo aullaba, miré rápidamente por la ventana y vi a Brufa tirada en el suelo, estaba aullando en la verja de la entrada del faro, mojada por los chorros de agua salada del faro, corrí hacia ella con inexplicables fuerzas, que no recordaba ya poseer, mientras oía los aullidos de mi fiel doberman, aullidos de dolor y pena, abrí las puertas de la verja, y recogí a Brufa entre mis brazos con lágrimas en los ojos, mi pobre cachorrita, la cual estaba cubierta de heridas infectadas, y de otras por las cuales asomaban gusanos, al recogerla la perra dio un gruñido de dolor y satisfacción, como si a pesar de todo el dolor que padecía, el estar entre mis brazos fuese capaz de sanarla.
         Entonces fue cuando lo vi, el enorme mastín que nos atacó estaba allí, podía ver claramente su silueta recortada entre las sombras de la noche, gruñendo con fiereza, como los lobos de mi reciente pesadilla, yo caminé despacio hacia el faro, sabiendo que estaba siendo observada por aquella fiera, y que estaba totalmente desarmada, era imposible que yo acabara con aquella alimaña.
         Retrocedí hasta la seguridad de mi verja, y una vez allí, la cerré con rapidez, vigilando recelosa aquel perro salvaje, el cual no se había movido, como esperando algo, una voz, una ocasión, una oportunidad para matarlas…, o tan solo estaba allí para asustarlas, para demostrarles que podía jugar con ellas.
         Yo llevé a Brufa al interior del faro, la coloqué encima de la mesa del comedor, y bajo la luz de la lámpara vi claramente su cuerpo, la pobre perra estaba en los huesos, ella era todo pellejo y ojos, cubierta de heridas infectadas, repletas de pus y gusanos, me he pasado toda la noche limpiando las heridas y curando a mi amiga, no sé mucho de veterinaria, pero la he curado domo mejor he podido, tras horas sanándola, he preparado algo de comida con mis escasos víveres, poco mas que huesos sin casi carne, pero para la hambrienta Brufa ha sido todo un manjar, tras el cual se ha quedado dormida, totalmente agotada.
Yo he subido a lo más alto del faro, tengo un rifle de mira telescópica, y me he decidido ha acabar con ese maldito mastín, por mi seguridad, y para vengar a mi perra, la cual esta en las puertas de la muerte, pero por más que lo he buscado, no estaba, parece que ha huido, pero algo me dice que estará cerca, muy cerca, acechándonos.


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